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Izquierda = redistribución de la riqueza

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Por Esteban Valenti (*)

No hay izquierda en el mundo que no tenga entre sus definiciones básicas, la redistribución de la riqueza con mayor justicia, en el mundo y en su país. Es un rasgo inexorable y de identidad. No todas las múltiples izquierdas que existimos nos proponemos las mismas formas de esta redistribución.

Se podría agregar en un ataque de simplismo, que cuanto más radical y absoluta es esa redistribución, más radical y de izquierda es una organización. La historia ha sido implacable en ese sentido, el igualitarismo, la redistribución independiente del desarrollo, de la capacidad de una sociedad de generar valor, del papel protagónico y democrático de los ciudadanos, termina siempre en tragedia y en una derrota estrepitosa de las izquierdas y el ascenso de las fuerzas conservadoras, que ganan la batalla por el poder político y además la batalla ideológica y cultural y elevan el actual sistema en sus múltiples variable, pero en su esencia, a nivel de religión inexorable.

El proceso político, económico, social, ideológico y cultural son indivisibles y definen el éxito o el fracaso de todo el periodo histórico  para alcanzar mayores niveles de justicia en la distribución de la riqueza. No es simplemente el resultado de indicadores, índices, estadísticas o cifras, es uno de los procesos más complejos que se han estudiado y sobre los que discute la humanidad, desde sus grandes economistas, antropólogos, sociólogos e historiadores y otros cientistas sociales.

A través del mecanismo de que distribuyendo parejo, con una tabla rasa y hacia abajo las riquezas se alcanza la mayor justicia,  se ha demostrado un grave error, con costos humanos y económicos enormes y con un final implosivo que derriba todos los muros, aunque se disponga de todo el poder político y se lo maneje con mano de hierro, de ese mismo poder surge un sector hipertrofiado de la sociedad, la burocracia estatal que se adueña de los resortes de distribución de la riqueza, que crece para controlarlo todo, inclusive la cultura, la información, el arte y la propia ideología de izquierda. Y un día se viene todo al suelo, o casi todo, porque una parte de esa burocracia se adueña de las fuentes de generación de riqueza y se pasa al nuevo régimen forrada de millones y acumulando enormes privilegios. Los ejemplos son recientes, en la URSS- Rusia,  en Europa del este y en el Caucaso, etc.

Hubo y hay otro modelo, que se propuso esa redistribución a través del Estado del Bienestar, de altos niveles de los servicios públicos, de la educación y la salud de alta calidad, de salarios y jubilaciones que representan una parte muy importante de la torta económica, de derechos para las grandes mayorías. Son las socialdemocracias y hoy en dura lucha todavía subsisten, pero están en retroceso y en un duro debate. Pero existen.

Están en discusión desde los dos extremos, de los que afirman que sigue habiendo grandes diferencias sociales, aunque menores pero injustas y de los que cuestionan la hipertrofia del Estado y el peso económico de los impuestos y reclaman más liberalismo económico, más iniciativa privada y menos controles de todo tipo y que esa es la base del desarrollo y el progreso.

El debate sobre la redistribución de la riqueza de forma primitiva o mucho más sofisticada existe desde hace muchos siglos, desde la esclavitud hasta nuestros días, pasando por todas las revoluciones que aunque tenían una fuerte impronta política, siempre contuvieron una base económica-social muy fundamental, la inglesa, la norteamericana, la francesa, la holandesa, la rusa y otras.

Hoy esa batalla se libra de las más diversas maneras, lo cierto es que nunca existió en la historia de la humanidad un nivel tan desproporcionado e injusticia en la acumulación de la riqueza a nivel mundial como en la actualidad.

En base a un informe del banco suizo Credit Suisse (insospechable de ser de izquierda), elaborado con los datos del patrimonio de 4.800 millones de personas adultas, de 200 países, se destaca que el 0.7% de toda esa población (34 millones de personas) posee el 45.2% de la riqueza mundial, mientras que el otro extremo de la pirámide, el 71% de la población mundial posee el 3% del total de la riqueza, esto implica que el 1% más rico de la población mundial tiene el mismo patrimonio que el 99% restante de los habitantes adultos del planeta. A nivel de los menores la situación es todavía peor, si se los considera por hogares. Es una realidad monstruosa que no necesita de adjetivos. Y la tendencia es a empeorar.

Ergo, es notorio que a nivel global, las izquierdas y nuestras ideas estan siendo derrotados en toda la línea, el sistema dominante, por la vía de los hechos se ha impuesto y avanza en todos los frentes. Para actuar sobre la realidad, lo primero que debemos hacerla es conocerla. Sobre este tema recomiendo leer, CAPITAL EN EL VIGÉSIMO PRIMER SIGLO, de Thomas Piketty.  Belknap Press de Harvard University Press. Texto completo de 590 páginas en https://cronicon.net/paginas/Documentos/Piketty-El-capital-en-siglo-XXI.pdf. No hay biblias y es desproporcionado entre su diagnóstico y las alternativas, pero es una investigación seria y profunda.

¿Que nos queda por hacer? ¿Resignarnos y aceptar que no hay ninguna posibilidad de invertir esta tendencia cada día más injusta? No sería por cierto una actitud muy de izquierda.

Lo primero que creo que debemos hacer en la izquierda, mientras seguimos luchando, opinando, polemizando y aprendiendo, es estudiar con un renovado espíritu crítico los orígenes verdaderos de nuestros proyectos a través de sus grandes autores en su evolución, en sus cambios en sus contradicciones, aciertos y errores y su sagacidad con la permanente referencia en el proceso histórico.

Es imposible y sería nefasto creer que esta es una batalla simplemente práctica, moral y de denuncia, siempre tendrá una base ideológica, teórica para confrontar con los muchos ideólogos que tiene el sistema actual, lo llamen como lo llamen.

Lo que no podemos ni debemos aceptar es el prejuicio impuesto por los ideólogos del sistema de la más profunda injusticia en la distribución de la historia, que esta es inexorable, es parte del orden natural de la cosas y que todos los que se le opusieron práctica o teóricamente fueron derrotados y deben desaparecer. Por ejemplo Carlos Marx. ¿Imaginen por un instante lo que sería el mundo y su aplastamiento intelectual?

Es cierto que se le ha hecho un daño inmenso a las ideas originales y cambiantes de Marx, al transformarlo en el "marxismo" que Marx siempre negó, al elevarlo a dogma, tomando las partes convenientes. No es una batalla se simplezas, ni de consignas.

Hay que aceptar que tenemos un retraso muy importante en incorporar las nuevas aportaciones teóricas o algunas no tan nuevas, a la labor política y programática de las fuerzas de izquierda. Y no hay manera de salvarse, para ser consecuentemente de izquierda, de las diversas izquierdas hay que tener una base teórica en permanente evolución y revisión. Y tenemos mucha elaboración circulando por el mundo.

Tomo un ejemplo, sobre el costo del trabajo, es decir los múltiples esfuerzos, inclusive tecnológicos o por el mercado de disminuir el costo del trabajo por parte de los que compran esa fuerza fundamental para transformar la materia, para construir servicios de los más variados tipos. El trabajo del economista francés  Gërard Dumenil y el economista norteamericano Duncan Foley por ejemplo en el tema de la Economía Critica, son realmente muy importantes, para entender el funcionamiento de la hegemonía neoliberal, establecida a partir de la crisis estructural de los años 70.

Desde la revista Ideas de Izquierdafue entrevistado para discutir sobre su más reciente publicación. En dicho trabajo, periodizan la historia del capitalismo desde finales del siglo XIX hasta la actualidad (en particular en los EE. UU.), como una sucesión de "órdenes sociales", cuyo establecimiento es explicado en cada caso como resultado de una crisis estructural del capitalismo y resaltan el papel fundamental de Marx en el análisis de las crisis del capitalismo.

En la crisis del 2008, varios economistas de los principales bancos mundiales, utilizaron precisamente la obra de Marx para analizar las causas profundas de la crisis, entre otros el economista jefe de la Unión de Bancos Suizos George Magnus cuando escribía: "Den una oportunidad a Marx para salvar la economía mundial".

"El espíritu de Marx, que está enterrado en un cementerio cerca de donde vivo en el norte de Londres, se ha levantado de la tumba debido a la crisis financiera y la recesión económica posterior. El profundo análisis del filósofo más conocedor del capitalismo tiene un montón de defectos, pero la economía global actual presenta muchas misteriosas semejanzas con las condiciones que él había previsto"

"Consideremos, por ejemplo, la predicción de Marx de que el conflicto inherente entre el capital y el trabajo se manifestaría. Como escribió en "Das Kapital", la búsqueda de las empresas de los beneficios y la productividad, naturalmente, les lleva a necesitar cada vez menos trabajadores, lo que lleva a la creación de un "ejército industrial de reserva" de los pobres y los desempleados: "La acumulación de riqueza en un polo es, por tanto, al mismo tiempo acumulación de miseria", escribía Magnus en plena crisis del 2008.

Y agregaba: "Marx también señaló la paradoja de un exceso de producción y de bajo consumo: cuanto más trabajadores se queden relegados a la pobreza, menos serán capaces de consumir todos los bienes y servicios que las empresas producen. Cuando una empresa reduce los costos para aumentar los ingresos, es inteligente al maximizar beneficios, pero cuando lo hacen todas las empresas al mismo tiempo, socavan la distribución del ingreso y la demanda efectiva de los que dependen de los ingresos y beneficios.

"Este problema también es evidente en el mundo desarrollado de hoy. Tenemos una capacidad sustancial de producción, pero en los sectores de mediano y bajos ingresos, nos encontramos con una inseguridad generalizada financiera y de bajas tasas de consumo. El resultado es visible en los Estados Unidos, donde la construcción de nuevas viviendas y las ventas de automóviles siguen siendo alrededor del 75% y 30% por debajo de sus picos de 2006, respectivamente. Como decía Marx en El Capital: "La razón última de todas las crisis reales sigue siendo la pobreza y el consumo restringido de las masas"

Agreguen a esto el empleo de la robótica y de la inteligencia artificial. No se resuelve solo reduciendo las horas de trabajo en algunos países, es un problema global que requiere soluciones globales, los robots no son ni nunca serán consumidores,

En esta breve columna, solo puedo rozar los temas que están en juego en la actualidad y que requieren una circulación de ideas, audaces, críticas y dispuestas a revolucionar paradigmas del sistema que se han instalado como un fenómeno telúrico e inconmovible.

Lo cierto es que para seguir siendo de alguna izquierda, hay que seguir batallando por una distribución mucho más justa y progresista de la riqueza, no hacia abajo, no emparejando en el foso, sino alcanzando nuevas cumbres de la civilización.

 (*) Periodista, escritor, militante político, director de UYPRESS y de BITACORA. Uruguay


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