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Primarias en EE.UU. La gerontocracia al poder

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Por Pedro Soriano (*)

Once candidatos demócratas se disputan a partir del 3 de febrero la nominación. El dilema es elegir entre un moderado, un liberal, o un socialista.

El lunes 3 de febrero se celebrarán los caucuses de Iowa, cita electoral que constituye, cada cuatro años, el pistoletazo de salida de las elecciones primarias en Estados Unidos para los dos grandes partidos: el republicano y el demócrata.

En el bando republicano el presidente Donald Trump se enfrenta tan solo a dos oponentes sin demasiado tirón: un excongresista de Illinois un tanto veleta que ha pasado de moderado a partidario del Tea Party a enemigo jurado de Trump, y un exgobernador de Massachusetts hace más de dos décadas que representa a una especie más extinta que los brontosaurios: los republicanos liberales. Ninguno tiene la más mínima posibilidad, dado que Trump disfruta de un índice de popularidad del 90% entre sus votantes.

Por lo tanto, todo el interés se concentra en las primarias demócratas, donde los candidatos más importantes, dada su edad media (y su origen étnico), parecen haber salido de un remake de la película Cocoon, o de una reunión para elegir al secretario general del PCUS a principios de los 80, algo sorprendente, dado que el futuro contrincante ya es el presidente electo más viejo de la historia del país (uno hubiera creído que los demócratas habrían apostado por un candidato algo más joven y enérgico), y dado que casi la mitad del electorado demócrata es negro o hispano. Por desgracia, el proceso previo a las primarias ha laminado a todos los candidatos de color que partían con posibilidades, como Kamala Harris, Cory Booker o Julian Castro.

Lo cierto es que los demócratas quedaron noqueados ante la inesperada victoria de Trump en noviembre de 2016, y los hombres y mujeres que se presentan este año para enfrentarse a él reflejan bien el desconcierto que padece el partido, que se encuentra ante la siguiente encrucijada: optar por un candidato moderado, que atraiga al electorado más mayor y centrista, con el riesgo de deprimir a las bases, o, por el contrario, elegir a un candidato liberal sin ambages (o socialista incluso) que exalte a las bases y a los jóvenes y los motive para votar, pero ahuyente a los moderados. Es un dilema parecido al que padece desde hace años el Partido Laborista británico. 

Los hombres y mujeres que se presentan este año para enfrentarse a Trump reflejan bien el desconcierto que padece el partido

La última encuesta Gallup sobre posicionamiento político de los norteamericanos refleja lo que los observadores extranjeros ya sabemos: que Estados Unidos es un país escorado a la derecha: un 35% de la población se autodefine como conservadora, un 35% como moderada y un 26% como liberal. Los datos estadísticos fríos indican, pues, que optar por un moderado es la opción lógica para los demócratas, que necesitan dos tercios de esos votos para ganar las elecciones (los republicanos sólo precisan de un tercio). Pero no está nada claro que vayan a tomar esa ruta.

Quedan todavía once candidatos para afrontar los caucuses (un récord a estas alturas), a los que podemos dividir del siguiente modo: cinco serios y con posibilidades, dos millonarios y cuatro más que no se sabe muy bien qué están haciendo a estas alturas.

El principal candidato del ala moderada es Joe Biden, senador entre 1973 y 2009, y vicepresidente con Obama entre 2009 y 2017. Es la tercera y última oportunidad de Biden para ser presidente (lo intentó ya, fracasando estrepitosamente, en 1988 y 2008). Se trata de un hombre con gran experiencia, fuerte apoyo entre los votantes negros, que recuerdan con cariño su trabajo al servicio de Obama y, al mismo tiempo, con una tendencia casi preternatural a meter la pata en sus declaraciones, un hijo con numerosos problemas personales y económicos que los republicanos no van a tener pudor en explotar, y sobre todo, una edad (77 años) que lo convertiría, de lejos, en el presidente más anciano de la historia de Estados Unidos en el caso de ser elegido. 

Por su parte, el principal candidato del ala liberal es Bernie Sanders, congresista entre 1990 y 2006 y senador desde entonces. Es la segunda y también última oportunidad para Sanders, que ya fue el principal rival de Hillary Clinton en las primarias hace cuatro años. Sanders ni siquiera es miembro del Partido Demócrata, sino un independiente socialista. En el haber, es el candidato que más entusiasmo genera entre la juventud, lo que resulta curioso, porque es todavía más viejo que Biden (78 años) y acaba de sufrir un ataque al corazón, cosa que debería haberle hecho reflexionar sobre su capacidad de afrontar una campaña durísima y al menos cuatro años de presidencia. Por otra parte, en caso de ser elegido candidato, los republicanos publicitarán de forma masiva los numerosos vídeos que reflejan el excesivo cariño que Sanders mantuvo durante sus primeros cincuenta años de vida por la Unión Soviética (pasó su luna de miel allí, nada menos).

Como se puede ver, los dos candidatos principales tienen defectos evidentes. En caso de flaquear Biden en las primeras primarias, los candidatos con más posibilidades de aprovechar su caída son: Pete Buttigieg, un alcalde de una pequeña ciudad de Indiana de 38 años cuyo único mérito es una prodigiosa capacidad de captación de fondos unido a una biografía resultona (sería el primer candidato gay, y además es veterano de guerra), pero que carece de experiencia suficiente y que sería el presidente más joven de la historia por bastante margen, y la que a mi juicio sería la opción más sensata: Amy Klobuchar, senadora por Minnesota desde 2006, que no es ni demasiado joven ni demasiado mayor (59 años), es mujer (factor éste no menor, dado que la mayoría de las mujeres votan demócrata), tiene experiencia política suficiente, y pertenece a una región, el Medio Oeste, que fue la que provocó la derrota demócrata en 2016. Klobuchar, sin embargo, va rezagada en las encuestas de Iowa, y si no consigue quedar al menos tercera, abandonará inmediatamente la carrera.

Si Sanders fracasa, la candidata liberal con más posibilidades de tomar su testigo es Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts desde 2006, mujer carismática y con experiencia

Por su parte, si Sanders fracasa, la candidata liberal con más posibilidades de tomar su testigo es Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts desde 2006, mujer carismática, con experiencia y una historia personal interesante, aunque también bastante mayor (70 años).

Resulta difícil ver a ningún otro candidato con posibilidades: los dos millonarios, Mike Bloomberg y Tom Steyer, están inundando las ondas con una cantidad ingente de anuncios (más que todos los demás candidatos juntos, que entre el juicio del impeachmenty esta avalancha mediática de los superricos, tienen muy poca visibilidad en esta recta final). Pero, al menos según las encuestas de Iowa, no parece que vayan a tener demasiado recorrido. Y si empiezan a acumular derrotas en las primarias iniciales, todo el dinero del mundo no les servirá para remontar.

Los caucuses demócratas de Iowa son un evento pintoresco (algunos diríamos anacrónico), especialmente entre los demócratas, que se reunirán el lunes por la tarde durante horas a lo largo de cientos de iglesias, colegios, e incluso casas particulares a lo largo y ancho del Estado, oirán discursos de representantes de los candidatos y luego se agruparán en distintos puntos designados del local para indicar su apoyo a uno u otro candidato. Si el candidato al que apoyas en primera instancia no obtiene apoyos superiores al 15% (umbral a partir del cual se obtienen delegados), tienes la posibilidad de abandonarle y dirigirte a otro de los grupos más nutridos, cuyos candidatos intentarán captarte. Los resultados de esa segunda votación (agrupamiento, más bien) son definitivos.

Desde hace muchos años se critica el sistema de caucuses por dos motivos principales: en primer lugar, porque premia a aquellas personas que disponen del tiempo suficiente como para reunirse durante horas un lunes por la noche en el congelado febrero de Iowa (básicamente jubilados y jóvenes sin trabajo), y, en segundo lugar, porque Iowa no se parece mucho a Estados Unidos (es un Estado rural y blanco en un 97%, cuando la mayoría de la población vive en núcleos urbanos y ya sólo es blanca en un 70%) por lo que no debería tener un papel tan relevante a la hora de cribar futuros presidentes.

La media de las encuestas en el momento en que escribo este artículo, según la imprescindible página web FiveThirtyEight indican que Sanders y Biden están disputándose la primera plaza, con Buttigieg y Warren combatiendo por la tercera (pero con Buttigieg a la baja), y Klobuchar quinta, pero con tendencia al alza.

Resulta difícil efectuar un pronóstico, más allá de que de Iowa sólo saldrán dos o tres candidatos viables

En fin: resulta verdaderamente difícil efectuar un pronóstico acerca del resultado de las primarias, más allá de que de Iowa sólo saldrán dos o un máximo de tres candidatos viables, de los cuales al menos dos papeles, en teoría, ya están asignados: Biden y Sanders. Quedar cuarto o en una posición todavía inferior debería acabar con las posibilidades reales de cualquiera de las campañas, así que la incógnita principal de este lunes será ver quién queda en esa tercera posición, así como el papel de la prensa a la hora de asignar vencedores y perdedores en relación con las expectativas existentes, que no necesariamente coincidirán con los resultados reales (un ejemplo clásico ocurrió en 1984, cuando la prensa transformó una raquítica segunda plaza para Gary Hart en Iowa, con apenas el 16% de los votos, en una victoria moral que le permitió continuar desafiando al candidato favorito, el exvicepresidente Walter Mondale, que había ganado con el 49%).

Ocho días después de Iowa, los supervivientes se verán las caras en la primera primaria "normal" (es decir, con urnas y votantes), en New Hampshire, otro Estado más blanco que la leche. Once días más tarde, los caucuses de Nevada, estos sí, llenos de votantes hispanos. A la semana siguiente, las primarias de Carolina del Sur, con una mayoría de votantes negros. Y el 3 de marzo, el famoso "Supermartes", en el que 14 Estados celebrarán primarias simultáneamente, y tras el cual, deberíamos ya tener una idea clara acerca de quién será el o la candidata o si, por el contrario, vamos hacia la primera convención demócrata con múltiples candidatos desde 1960.

(*) Pedro Soriano. Abogado. España


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