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Uruguay 2019: Ganadores y perdedores

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Por Esteban Valenti (*)

Hay algo inevitable en la política, sobre todo en las elecciones: hay ganadores y perdedores. No hay empatados. Las relaciones pueden ser civilizadas, incluso "tersas",  como menciona la periodista del New York Times hablando de Uruguay, pero eso no evita que en cualquier balance se deba analizar esa obligada referencia a los que ganan y a los que pierden.

La larga, casi interminable batalla no terminó, faltan las elecciones departamentales y municipales de mayo del 2020. Pero el balance fundamental puede y debe hacerse, incluso corriendo el riesgo de quedar "mal" con los conformistas o con los infalibles, de los diversos bandos.

Es notorio que ganó la oposición a los gobiernos del FA y que cinco partidos, encabezados por el Partido Nacional y su líder Luis Lacalle Pou asumirán el gobierno nacional el 1º de marzo y darán vuelta una página importante de la historia política uruguaya: tres gobiernos sucesivos del Frente Amplio. Las conclusiones, más allá de cifras y porcentajes son evidentes.

Pero no todos ganaron por igual y sin embargo todos quieren ser los padres de las victorias. En este caso,  no hay dudas que el principal vencedor, es el nuevo Presidente de la República, por su aprendizaje de los errores del 2014, por su capacidad de articular una Concertación multicolor política y programática con gran sentido de la oportunidad y por la campaña electoral que desarrolló. Su primer gran acierto fue designar para la fórmula a Beatriz Argimón, no tengo ni siquiera que explicarlo. En cuanto a su nuevo gabinete, esperemos, veamos y controlemos. La duda sobre el ministro de Salud Pública no ha sido resuelta.

El segundo triunfador fue Julio María Sanguinetti, no por el número de sus votos, ni por los resultados de las elecciones internas, sino por el aporte de experimentado político a toda la estrategia de la oposición, con mucha anticipación y visión. Y a sus 83 años, mostró que todavía puede olfatear la política desde lejos y aportar ideas y discurso. No los comparto, pero no dejo de reconocerlo.

El tercer triunfador, fue el general (R) Guido Manini Ríos y Cabildo Abierto, que en pocos meses logró transformarse en la cuarta fuerza política nacional, elegir 3 senadores, dos ministros y once diputados. Y su estrategia viene de lejos, paso a paso y con agudeza y mirar lejos. No lo compren simplemente por un militar despechado. Cada movimiento tuvo propósitos y resultados. Y superaron los 260 mil resultados. Su discurso final antes del balotaje, contradiciendo sus afirmaciones de que no era un partido de raíz militar, fue un riesgo serio, pero respondió a informaciones precisas y correctas. Estaba perdiendo votos por muchos lados y los frenó. Sus aspiraciones son mucho mayores, su presencia en la Concertación multicolor dependerá exclusivamente de si le sirven o no a sus aspiraciones máximas. ¿Adivinen cuáles son?

El Frente Amplio o algunas de sus principales fuerzas en determinado momento y sin abandonar sus posiciones fundamentales, deberán ver si dejan que Cabildo Abierto tenga la única llave de la gobernabilidad nacional. Es un tema democrático y de profunda sensibilidad e inteligencia política. En el FA más allá de las críticas, hay gente inteligente y política.

Ernesto Talvi, fue un triunfador en las internas y se desbarrancó en todo el proceso posterior. Se puede ser inteligente, buen comunicador y buen profesional de la economía y una cosa muy diferente es ser un buen dirigente político. Le falta un largo y muy difícil camino. ¿Lo podrá recorrer?

Triunfador a lo Pirro, porque le costó su propio partido fue Pablo Mieres, con un puñadito de votos que apenas le dieron para sacar un diputado, le permitieron su sueño del ministerio propio y a cualquier precio. Ahora tiene un hueso, veremos cómo lo muerde con los pocos dientes que le han quedado. El hueso es el premio... que él negó durante la campaña electoral y ya estaba pactado desde hace tiempo. Con menos votos que el Partido de la Gente le tiraron nada menos que con un ministerio. Y al Partido de la Gente no le dieron ni una subsecretaría y votó más que el PI...

De ahora en adelante habrá que juzgarlo por su desempeño como ministro y no dejarse influir por su papel en la destrucción de La Alternativa y del PI.

Triunfadores son todos aquellos que levantaron una bandera por encima de todas las demás: sacar al FA del gobierno. Lo lograron, a pesar de que si se compara la situación uruguaya en todos los frentes, con la de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay etc. etc. no hay como justificarlo. Pero ganaron los del "cambio" adornando su estandarte con el cúmulo de errores políticos, de gobierno y de campaña, todos acumulados y que afectaron al FA en los últimos años. Los esperaron en las urnas y les ganaron.

Del otro lado están los perdedores. Título que nadie quiere ostentar y que sin duda lograrán suavizar y hacer también muy terso en los futuros debates. Nadie se hará responsable y por lo tanto difícilmente logren crear el clima para establecer responsabilidades políticas serias y bien fundadas. Cuanto más distribuidas y fumosas será mejor para esperar estos cinco años agazapados y prontos y para dar la batalla por las intendencias y los municipios. Los multicolores ya le agarraron el gusto y van por todo y, mayo está cerca.

Los primeros derrotados son las fórmula del FA, difícilmente a alguien se le ocurra repetir los nombres en el futuro. Me jugaría cualquier cosa. No voy a hacer un inventario de los errores propios, de las contradicciones, de la falta de claridad en el mensaje, de la flacura raquítica de las campañas (internas, octubre y noviembre). Aunque sería una enormidad culpar de todo a la fórmula.

El segundo gran perdedor es el actual gobierno. El nivel de aprobación y de rechazo, su poca iniciativa, su administración conservadora de las dificultades económicas, que fueron mínimas, su falta de reacción ante los problemas y  ante los sectores sociales más inquietos, empezando por el campo, se pagaron caro. El 3er gobierno del FA, heredero del 2do gobierno del FA son la plataforma principal de la derrota del 2019. Y en especial la pérdida de la virginidad de la honestidad, de la moral en el manejo de los dineros públicos en diversas reparticiones, pero en particular en ANCAP y en la Vicepresidencia de la República. Puede suceder en las mejores familias, pero estas reaccionan de manera ejemplar, no defendiendo las mentiras y los peculados. La inseguridad en crecimiento y la educación estancada, se pagaron muy caro, pero por debajo de la gravedad de la situación.

El tercer perdedor, fueron las fuerzas de origen seregnista, (para ser más claros, que invocan al general), se dividieron y perdieron peso y representación a nivel parlamentario y en el debate político y de la acción de gobierno. Son una sombra del pasado, a pesar de que Danilo Astori sigue siendo el dirigente del FA que más aportó para los diversos triunfos electorales, no tanto en votos, sino en certezas, tranquilidad y seriedad. Y sobre todo en ser un freno para las tentaciones de desenfrenos frecuentes. Pero navegar a media agua produce pocos resultados en la política. Ahoga, o al menos sumerge.

Tercer trimestre del año y la economía volvió a crecer, ahora 0.9%, por lejos el periodo más largo de crecimiento de la historia nacional, 17 años. ¿Y? Contradiciendo al asesor de campaña de Bill Clinton, "es la política estúpido"...

El aparato del FA incluyendo todos los que lo dirigen e integran son sin duda perdedores de primera línea, o de última. La estructura, su mensaje, su capacidad de responder durante el gobierno y en la campaña, no estuvo a la altura y no incorporó en ningún momento a los que nos íbamos quedando por el camino, la soberbia del poder raspó a fondo el alma de izquierda, de sensibilidad humana y política. Son muchos de los que hoy nos echan la culpa de la derrota a los que no aceptamos callarnos ante tantas negaciones de nuestra condición de izquierda y ellos prefirieron abrazarse a los clavos en los sillones. El cuarto gobierno del FA también se perdió en forma importante dentro del Frente, en su incapacidad por promover el debate en serio, la superación y formación de cuadros (¿y cuadras?...), el clima intelectual y político para forjar y desarrollar una fuerza política a la altura de los nuevos tiempos.

Del desastre de octubre, con el 39.02% que comenzó a construir la derrota de noviembre, incluso para los que consiguieron buenos resultados, no pueden lavarse las manos de la derrota general, argumentando que si todos hubieran votado como ellos, el FA hubiera logrado su continuidad en el gobierno. Es demasiado simplista y poco generoso. Asumiendo que la generosidad hoy en día en el FA, es una palabra bastante desgastada, cuando un grupo como el MPP con menos del 30% del total de los votos, obtuvo el 57% los diputados. La culpa no es principalmente de ellos, sino de los que dejaron avanzar con ilusión y con fe, esa maroma que los aplastó. Idem es el juicio para el actual PCU.

Ahora que el FA no está más en el gobierno "eterno", que según algunos le correspondía, ¿con quién será el gobierno en disputa? ¿O acaso esa visión no tuvo nada que ver con la derrota? ¿O los que creyeron que la agenda de derechos podía suplantar desde las raíces, las ideas originales de la izquierda, naturalmente adaptadas a los nuevos tiempos no construyeron los vacíos llenados hoy por la oposición?

También nosotros, los que creíamos necesaria una Alternativa hemos sido derrotados. No nos lavemos las manos. Ni logramos influir en un milímetro en cambiar el rumbo del FA y de la izquierda institucional y gubernamental, ni logramos aportar en concreto para los cambios desde la izquierda. Y tenemos claras responsabilidades, entre otras haber elegido un socio tan poco confiable y tan ávido de un hueso como Mieres. Se sabe, las alternativas necesitan grandeza, sentido de nación y los huesos andan siempre por el suelo.

Como puede apreciarse la derrota ha sido grande y generalizada y tenemos que asumirla. Cada uno con el peso de su propia mochila. Los que más perdieron fueron los de abajo, los de siempre, los que esperaron, lucharon, sufrieron, soñaron un país diferente, más justo y libre.

La otra característica de la política, es que nada es inmutable. Cambia, todo cambia...

(*) Periodista, escritor, militante de izquierda, director de Uypress y Bitácora. Uruguay.


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