bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

1939: generales sin valor

imagen

Por Lutz Herden (*)

Mientras se firmaba el Pacto de Múnich en 1938, dirigentes militares conspiraban para derrocar a Hitler y así evitar la guerra que empezaría un año más tarde, aunque con ello no se pretendía el fin del nacionalsocialismo en Alemania. SP

La operación transcurre bajo la clave Ordenar documentos familiares. Que sea llevada con éxito a finales de septiembre de 1938 es considerablemente más probable que el 20 de julio de 1944. Tanto para militares de alta graduación como oficiales de los servicios secretos, Hitler ha ido demasiado lejos al provocar la crisis de los Sudetes y amenazar con la invasión de Checoslovaquia.

El coronel general retirado Ludwig Beck, Canaris, el jefe de la Abwehr (el servicio secreto del ejército - [N. del T.]), sus colaboradores Oster y Groscurth, el coronel Thomas de la Oficina de Armamento del Ejército, los generales von Stülpnagel y von Witzleben, así como el ex-ministro del Reich Hjalmar Schacht estaban convencidos de que con semejante golpe, sería inevitable una guerra mundial y Alemania sería condenada a la ruina. Nunca desde el 30 de enero de 1933 pareció la situación más favorable, más clara, más obligatoria para atreverse a dar un golpe y transformar de raíz el Estado nacionalsocialista.

El 28 de septiembre de 1938 tropas de choque bajo el mando del capitán Wilhem Heinz y el teniente Hans Albrecht-Herzner deben asaltar la cancillería del Reich, en aquel momento todavía el Palais Radziwill en la Wilhemstrasse, y matar a Hitler durante el combate con su Leibstandarte (la guardia personal de Hitler -[N. del T.]).

Se quiere eliminar a la dirección del Estado Mayor de las SS, las SA y la Gestapo. Se quiere ocupar el aeropuerto Tempelhof, así como la Casa de la Radiodifusión (Haus des Rundfunks). Se habla de un gabinete en la sombra dirigido por Beck y el político conservador Carl Friedrich Goerdeler.

El 28 de septiembre, precisamente, el círculo de Beck queda paralizado cuando le llega la noticia de la firma del Pacto de Múnich. Hitler no ha querido este acuerdo, pero ahora le hace quedar como el salvador de la paz y conquistador sin guerra. La Wehrmacht puede tomar los sudetes sin disparar un tiro. Los revolucionarios conservadores en Berlín no pierden el motivo, pero sí el argumento de la autodefensa patriótica. Desisten del putsch. A la "conspiración de septiembre" le siguió el "shock de septiembre". No poca responsabilidad tienen tanto el Premier británico, Chamberlain, como el presidente del gobierno francés Daladier, que dan a Hitler lo que quiere. Estos consideran necesario sacrificar la integridad de Checoslovaquia y, con ello, a uno de los últimos Estados democráticos de Europa. En qué medida su política de apaciguamiento sirve al autoengaño se demuestra en agosto de 1939, cuando los acontecimientos de un día se condensan en un escenario de locura que tendrá en jaque a Europa durante años.

El 25 de agosto de 1939, el servicio inalámbrico de las emisoras alemanas informa: "En Berlín, en el este de Prusia y Silesia, el tiempo es preponderantemente sereno, seco y muy cálido. En el resto del Reich está nublado, en muchos sitios chubascos tormentosos". Un verano más cálido de lo habitual. Quien puede permitírselo disfruta del agua y del sol en las blancas playas del Báltico, sea en la isla Wollin, en Usedom o Rügen.

Pero esta sensación idílica engaña. El 27 de agosto se implanta una "cartilla de racionamiento obligatorio general". Alimentos, gasolina, jabón, carbón doméstico, zapatos y tejidos son racionados inmediatamente. Transportes militares interrumpen el tráfico ferroviario regular. Tres millones de hombres están en armas.

Así mismo, el 25 de agosto la oficina de prensa del NSDAP da a conocer que se desconvoca el congreso del partido en Nuremberg, el cual debía empezar el 2 de septiembre y que se anuncia en los plafones como el "congreso de la paz". Hitler ha convocado los habituales desfiles masivos de las SA y las SS con la expectativa de que Francia, Gran Bretaña y la URSS cierren un "acuerdo de ayuda mutua" que habría impedido de momento el "caso blanco", nombre del planificado ataque sobre Polonia.

Es demasiado grande el peligro de que una campaña así provoque la guerra en dos frentes, si en el oeste intervienen franceses y británicos y en el este actúa el Ejército Rojo. Por lo cual en Nuremberg debía haberse insinuado que Alemania se mantenía firme en su "amor a la paz", aunque estuviera rodeada de enemigos.

Sin embargo, desde el 23 de agosto, los riesgos parecen si no conjurados, al menos limitados. Los ministros de exteriores von Ribbentrop y Molotov han firmado en Moscú un pacto de no agresión ruso-alemán. Anteriormente, los sondeos entre militares británicos, franceses y soviéticos sobre una ayuda trilateral para Polonia han fracasado, porque el gobierno de Varsovia no quiere conceder ningún derecho de paso al ejército soviético en caso de guerra. Además, Molotov dejó entrever, en unas conversaciones sobre temas económicos entonces en curso, que se pensaba en un reajuste de las relaciones.

En Obersalzberg, Hitler declara triunfal: "he cerrado un pacto con Satán para exorcizar al demonio". En la mañana del 25 de agosto, éste vuela a Berlín para, poco después de las 14h, activar el "caso blanco" en la nueva cancillería del Reich junto a la Vosstrasse, Como "día-X" se fija el 26 de agosto y como "hora-Y", el comienzo de las hostilidades, las 04:30h.

Pero entonces Londres y Varsovia comunican que hay un acuerdo de ayuda mutua en caso de guerra. Al mismo tiempo, Hitler recibe una nota de Benito Mussolini, el cual declara que Italia no está "preparada para la guerra": falta carburante, la fuerza aérea apenas tiene capacidad operativa... una movilización difícil.

Hacia las 19h la orden de ataque es anulada, después que el general Walther von Brauchitsch, en representación del Oberkommando des Heeres (OKH, Alto Mando del Ejército -[N. del T.]), haya asegurado a Hitler que la maquinaria de guerra, -"sin garantías para la última unidad"-, todavía se puede detener. En los montes Tatra (cordillera en la frontera entre Polonia y Eslovaquia-[N.del T.]) aterriza en la carretera un oficial con  un avión "Fieseler Storch" para detener a una columna con la que no puede contactar por radio, para ordenar que retrocedan. Junto al paso de Jablunka se combate por un túnel de ferrocarril entre Polonia y Eslovaquia. Unidades de las SS camufladas como guerrilleros polacos empiezan un simulacro de ataque a una aduana alemana para demostrar que la Wehrmacht se moviliza solo para la autodefensa.

El 25 de agosto el Völkischer Beobachter (el "Observador Nacional", diario oficial del NSDAP -[N.del T.]) declara que Polonia es "un loco homicida contra la paz y el derecho en Europa". Y de nuevo son las potencias occidentales las que salvan a Hitler.

Londres y París piden con vehemencia al Gobierno polaco que no quiera dramatizar los ataques alemanes, que renuncie a reacciones militares y, por favor, que no proceda a una movilización general, alegando que todavía había margen para la negociación.

El grupo de "los conspiradores de septiembre" concibe esperanzas, solo que ya no está animado con aquella determinación de un año antes, aunque en este momento el golpe de Estado y evitar la guerra van más juntos que nunca.

Oster, Thomas y Groscurth son de la opinión de que Hitler se ha quitado a sí mismo el cargo de comandante en jefe con la revocación de la orden de ataque. El almirante Canaris cree que la paz está salvada por veinte años. ¿Arriesgar ahora un levantamiento? ¡Ni pensarlo! ¡Ya no es necesario! Además, el teniente Herzner, uno de los dirigentes previstos para las tropas de asalto a la cancillería del Reich, está luchando en ese momento en el paso de Jablunka.

Hans Berd Gisevius, por aquel entonces en el ministerio del interior del Reich y desde 1938 al corriente de los planes del golpe, escribe después de 1945 en su "novela histórica" Hasta el amargo final: "en la actitud de la oposición para estos dramáticos días antes del estallido de la guerra, no hay nada de heroico, independientemente de cuántas personalidades o grupos esperaran desesperadamente 'al' general o un milagro".

Los conspiradores presionan a otros para que asuman la responsabilidad. Estos quieren presentarse ante von Brautchisch para dejarle claro que Hitler ha querido desencadenar una guerra sin escuchar previamente al gabinete del Reich (el gobierno de Alemania entre 1933 y 1945-[N.delT.]). Dicen que eso infringiría las reglas, habría que obligarle a dimitir. Pero el OKH se cierra en banda. Derrocar ahora al dictador significaría una puñalada por la espalda a las tropas que luchan, puesto que al mediodía del 31 de agosto Hitler ha activado de nuevo el "caso blanco" ("ahora voy a por todas"). El día X es el 1 de septiembre, la hora Y, las 04,45. Ningún derrocamiento detendrá eso. Éste es aplazado hasta el 20 de julio de 1944, pero los conspiradores aún no lo saben el primero de septiembre de 1939.

 

(*) Lutz Herden es redactora de 'Der Freitag"

Fuente: Der Freitag, 1/09/2019 /Sin Permiso

Traducción: Jaume Raventós


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS