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Uruguay: a una semana de las elecciones

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Por Esteban Valenti (*)

El lunes próximo sabremos los resultados de la elección del Presidente y vice y los 130 parlamentarios. Pueden quedar detalles para completar el escrutinio, pero los principales datos deberían ser conocidos la misma noche del domingo.

Fue una larga campaña electoral, muy larga, que además como todos sabemos no terminó, habrá balotaje y luego el domingo 10 de mayo del 2020 se realizarán las elecciones departamentales y municipales. Por suerte en un arranque de sabiduría o de prudencia los mandatos duran cinco años y no menos...

Desde hace días la pregunta que más recibo es ¿Quién gana? Así a boca de jarro, sin anestesia y  con la esperanza de recibir alguna previsión fundada y seria. Los elementos que habrá que tener en cuenta durante estos pocos días que faltan serán: obviamente las encuestas, las que ya se dieron a conocer  y las empresas que todavía faltan, las sensaciones que cada uno recoge en su entorno, en su familia, entre sus amigos, sus vecinos, porque en general sabemos que lo que votaron en elecciones anteriores y también que votarán estas y, poco más y el viejo y querido olfato.

¿Cuáles son los datos duros, que difícilmente cambien? Habrá balotaje; el primer y el segundo partido en la primera vuelta serán el Frente Amplio y el Partido Nacional; ningún partido o agrupamiento tendrá mayoría en el parlamento; y habrá solo cuatro partidos con representación en el Senado de la República y habrá varios partidos más que en la anterior legislatura que tendrán representación en la Cámara de Diputados. Por lo tanto el balotaje será entre Martínez y Lacalle. Un tema clave del debate previo al balotaje será la gobernabilidad.

Otro tema que se incorporará al debate será el resultado de las elecciones en Argentina.

Hay algunos supuestos que se pueden incorporar con un mayor riesgo de error y con una importante subjetividad.

Si el Frente Amplio en la primera vuelta, la del domingo próximo obtiene menos de 42% de los votos, la tendrá muy, pero muy difícil para ganar el balotaje.

La distribución de las bancas en las dos cámaras depende del porcentaje de votos en blanco y anulados. Favorecen a los partidos mayoritarios.

Un ejemplo:

Si un partido obtiene 40 por ciento de los votos y los votos en blanco y anulados son el 5%, ese partido obtendrá 42 diputados y entre 12, pero muy probablemente 13 senadores. Si los votos en blanco y anulados fueran cero obtendría 40 diputados y 12 senadores.

En las encuestas aparecen todavía un número muy importantes de votos indefinidos (no sabe, voto en blanco y anulado). Hay encuestadoras que hacen la proyección y estiman un 2% ó 3% de ese tipo de votos. El porcentaje histórico.

Hay muchas interrogantes. Por ejemplo como se distribuirá el voto entre las franjas de edades, eso tendrá una importante influencia en el resultado general, porque era una tendencia en declive, pero tendencia al fin, que entre los más jóvenes y los votantes por primera vez, ganaba el FA.

La otra es la distribución territorial. Ya sabemos que en Montevideo ganará el FA y seguramente en Canelones, el problemas es porque porcentajes. ¿Se romperá la regla de que el que gana Canelones gana las nacionales? ¿Cómo votarán las diversas regiones del país? porque es notorio que la distribución de los electores es muy variada entre ellas y fue en el 2005 cuando el FA rompió su dependencia de la capital y obtuvo muy buenos resultados en muchos departamentos. En algunos casos votaciones que luego no repitió en las elecciones departamentales. Lo que demuestra claramente que la gente sabe perfectamente diferenciar lo que está en juego en cada instancia electoral.

Habrá naturalmente otras muchas lecturas, como se distribuyen los votos entre los diferentes sectores sociales-territoriales y culturales-educativos. Los conoceremos después.

Otro dato importante para el balotaje será la distribución de la votación dentro de los lemas, por sub lemas  al senado y por listas a diputados. Tiene importancia no solo por la distribución de los cargos, sino por factores políticos, por las alianzas, por los alineamientos hacia el balotaje. Aunque hay un dato duro y es que la oposición hoy está emocionalmente y por lo tanto políticamente mucho más distanciada del oficialismo que en las elecciones anteriores.

La gobernabilidad no será solo basada en los lemas, sino también en las alianzas con sectores de los diferentes partidos. Habrá que hilar muy fino y veremos qué capacidad demuestran los partidos y los líderes.

Datos materiales que puedan cambiar las tendencias principales es difícil que aparezcan en la economía, ni en la inseguridad-seguridad, ni en la educación, ni en las relaciones internacionales (elecciones argentinas mediante), ni en otros temas. Me atrevo a decir que es difícil esperar grandes aciertos o grandes errores en las campañas, creo que seguirá esta campaña bastante gris y opaca y con escasa mística de todas las partes. Lo novedoso y que influenciará en las definiciones será quien quedará tercero y quien cuarto en esta vuelta y con cuantos legisladores. Cabildo Abierto como el fiel de la balanza y de la gobernabilidad introduce un tema que nadie preveía hace muy pocos meses.

No es simplemente un tema de alianzas, tiene muchas connotaciones políticas e ideológicas. Habrá que preguntarse las responsabilidades por este crecimiento explosivo de Cabildo Abierto así como cuales son las razones por las que no ha surgido ninguna alternativa con un tono político e ideológico progresista.

Es una pregunta que deberá hacerse con rigor porque expresa una tendencia nacional y regional que tiene sus causas y no puede atribuirse a ninguna ofensiva externa, sino a procesos bien nacionales, de aciertos y de errores. Se sabe, las victorias tienen una generosa paternidad y maternidad y las derrotas son siempre guachas.

Esperemos que los próximos debates, los personales cara a cara y los más amplios y generales a través de la comunicación, enriquezcan los temas con nuevos enfoques, explicaciones, propuestas fundadas y no se empantanen en cargos, en pequeñas burbujas menores.

Sin duda se abrirá un debate en algún momento sobre la campaña electoral, su importancia en la definición de los votos y en el entusiasmo de los ciudadanos, el papel de los nuevos medios, en particular las redes, aunque si alguien tiene el aguante de ver un buen rato de televisión y escuchar las radios, verá la enormidad de plata que se están gastando los partidos, las listas, los candidatos. Siguen siendo los vehículos más caros y más utilizados.

Como las columnas y algunos árboles, que en el Uruguay parecen ser el soporte de las elecciones con una agresión increíble de todas las formas y los colores posibles, como si realmente alguna teoría seria pudiera fundamentar que ese es un instrumento válido para ganar votos. Recuerdo en mi juventud, en mi primera elección, en 1962 un candidato blanco se gastó la plata del mundo en colocar carteles en cuanto árbol y columna existiera en la capital y eran de chapa, de metal. Era la lista 72. Yo esperaba que nos sepultara a votos, fue un desastre. Ya en 1962...Pero los uruguayos somos insistentes y tercos.

La otra diferencia abrumadora entre nuestras elecciones y las de otros países, son las listas impresas. Afortunadamente nuestra industria forestal y de la celulosa compensa con creces las decenas de millones de listas que se reparten entre todos los partidos, empleando a miles de personas y gastando toneladas de plata. Somos el país más conectado a Internet y a las redes de la región y el que más tecnologías de la información exportamos por habitante, pero a la hora de votar solo nos falta recurrir al ábaco. No es una casualidad, ni es solo terquedad, ni es el amor irresistible por la limpieza y el control electoral, es la fuerza de los grandes aparatos políticos.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y de Bitácora.


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