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Tic tac, tic tac, se acerca la hora

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Por Esteban Valenti (*)

Lo único destacado que pasa en esta campaña electoral es que transcurre el tiempo y nos acercamos al 27 de octubre, al 30 de noviembre y, luego inexorablemente llegará el 1 de marzo del 2020. Es muy bueno y sobre todo muy aburrido. Mejor democracia aburrida que régimen trágico y divertido.

Siempre nos queda la alternativa de no mirar los informativos centrales de la televisión, que regularmente atrapan al público con el crimen del día y su desarrollo interminable y luego, muy luego muestran alguna actividad electoral. O excluir los pocos programas televisivos periodísticos-políticos o de mañana escuchar música en la radio. Y esperar que el tiempo pase.

Es posible que la mía sea una reacción derivada de mi situación, de no participar - después de muchas décadas - en esta campaña electoral. Descontando esa cuota personal, creo que es un sentimiento muy extendido, muy profundo, porque fuera de algunas chispas menores y a veces despreciables, no hay mucho más.

Nadie, absolutamente nadie, de tanto correrse al centro, de ser de centro o disfrazarse de centro le agrega algo de condimento a esta campaña electoral. A menos que alguien espere una explosión de creatividad y de ingenio en la publicidad electoral que arrancará con toda su potencia en los próximos días. O el recurso a porquerías y difamaciones menores, recién descubiertas.

Al oficialismo no lo mueve ni un acorazado con todos sus cañones. Reitera hasta la abulia que hay dos modelos en juego y cuando quiere llegar más arriba introduce la oligarquía y el pueblo. Y enseguida acallan a la osada, porque desvía a la columna del centro. Y hacia el centro hay que apuntar.

Los partidos tradicionales, los únicos que pueden disputar el cambio, primero el Nacional y luego el Colorado, unidos y en disputa, tampoco se puede decir que deslumbren con sus ideas, su ingenio y sobre todo con el diseño de un proyecto nacional creíble y sólido.

El discurso del Cabildo Abierto y su líder, que representa el 90% de ese partido, no necesita discurso, es un mensaje claro que aunque lo niegue reiteradamente ha sido tomado por asalto por la vieja y ortodoxa derecha uruguaya. Pero en las grandes ligas está fuera de concurso, su papel comenzará en el balotaje y el 1 de marzo del 2020. Veremos.

Y el tiempo corre, y hay gente inteligente y capaz que no es posible que en tan poco tiempo haya sido devorada por el musgo del centrismo y de un guion electoral tan mediocre. Nadie se anima a jugar pesado, a jugar fuerte, la palabra más utilizada en esta campaña electoral es "gre gre".

Tomemos un ejemplo nodular, desnudado en toda su tragedia por el fracaso estrepitoso - uno más en Argentina- del gobierno de Mauricio Macri y la situación económica, social, anímica del pueblo hermano. Uruguay no está ni cerca de esa situación, no tiene esos niveles de desastre social, de inflación, de saltos del dólar pero, tiene una bomba interna con una mecha prendida y no muy larga: el 4.9% del déficit fiscal.

Lo sabe perfectamente Danilo Astori, aunque no convenga reconocerlo en la campaña electoral. Lo decía con toda claridad cuando proponía llegar al 2020 con un déficit del 2.5%, es decir la mitad que el déficit actual. El tic tac, no es solo por las elecciones, es también por el déficit fiscal. A pesar de como siempre sus prolijas e inteligentes declaraciones, en TV, Astori sabe perfectamente que ese déficit es su mayor derrota dentro del gobierno.

No hay en todo este año un solo indicador que muestre que estamos corrigiendo el rumbo, que apuntamos seriamente a que el déficit no explote. Porque 3.000 millones de dólares acumulados año tras año, hacen crecer inexorable la otra bomba mayor: la deuda pública. ¿Ustedes han visto un debate serio, responsable, sin consignas ridículas con una visión política y estratégica sobre cómo afrontarlo y disminuirlo?

Una cosa es segura: o al déficit lo afrontamos nosotros, o él se encargará del país de la peor manera. O lo resolvemos desde el Estado y desde toda la sociedad con un plan, o él se encargará de hacerlo de la peor manera, desde la cobardía de los mercados y, los que pagarán la peor parte serán los más débiles, los que viven de su salario, los niños y madres pobres, las micro y muchos pequeños empresarios. ¿Tienen dudas? Miren a la Argentina.

Ni el gobierno uruguayo, ni su partido, ni los partidos tradicionales hablan en serio sobre el tema, hacen firuletes.

Los que están en el ajo lo saben perfectamente pero han inventado todo tipo de piruetas para no hablar claro. Ajuste, ajuste habrá que hacerlo  inexorablemente. El problema, la diferencia es que tipo de ajuste.

Unos ya nos enseñaron en este gobierno y desmintiendo sus promesas a llamarlo de otra manera, a bautizarlo y jugar con la semántica, como si los uruguayos no tuviéramos bolsillos, carteras de las damas, cuentas a pagar a fin de mes, no fuéramos a la feria o al supermercado y otras cuantas cositas más. Y además fuéramos un poco tontos. Pero ese "ajuste" rebautizado no alcanzó, porque seguimos barranca abajo. Esos lo saben que si llegaran a ganar van a ajustar los ingresos y si los dejan los egresos.

Los otros, los opositores utilizan otros eufemismos como "reducir los gastos del Estado" y nos describen las acción de un pedicura cuando es necesaria la intervención de un cirujano. El problema es si el cirujano corta piernas o brazos o amígdalas y apéndices. Y todos hablan de eficiencia en el gasto. Pero la experiencia nacional y departamental da para llorar.

Los funcionarios públicos, ese ejército impenetrable de votos y de gente eficiente, inútil, trabajadora, haragana, que ocupa una parte fundamental del mundo laboral uruguayo y que todos evitan mencionar prolijamente. Civiles, militares y policías, vieron aumentar sus sueldos en el primer semestre del año en un 3.4%, en el mismo momento en que el déficit alcazaba el mayor nivel en los últimos 30 años. 3.4% de aumento real sobre la inflación. ¿Por qué el resto de los uruguayos que se quedaron sin empleo, que tuvieron aumentos menores, que están en el seguro de paro y temerosos de perder su trabajo tenemos que aumentarles el sueldo a los empleados públicos, pase lo que pase? ¿Por qué es año electoral o por una filosofía económica?

¿Esa es una política progresista de la redistribución?

¿Es incomodo lo que digo? Mala suerte. ¿Muchos se sienten ofendidos? Más mala suerte, es la dura realidad. Los ajustes por cualquier vía, por la de un Estado serio y responsable que lo planifica y lo ejecuta prolijamente, o por la vía del desbarranque económico macrista, siempre lo terminamos pagando los privados, el sector privado. Porque disminuyen las compras del estado, por los impuestos, por los salarios,  porque en un país con el peso del Estado a nivel nacional y departamental, siempre las principales víctimas y contribuyentes somos el sector privado.  Eso sí, acompañados del lamento de COFE, de ADEOM y de otros gremios, que se consideran con el deber sagrado de que aportemos lo necesario para su estabilidad perpetua y su intocabilidad salarial. Y conste que ni siquiera yo me atrevo a escribir que estando al borde del abismo, considerando que ellos tienen sus puestos de trabajo inamovibles, deberían hacer un buen aporte para equilibrar la economía, en la que vivimos todos.

Y no me vengan con el verso de aumentar los impuestos a las empresas, porque lo dijeron en el actual MEF, están al límite de su capacidad contributiva. La cantidad de micro pymes que cierran o que tambalean es muy grande. Y además ¿Por qué una pequeña empresa publicitaria, como la de mi esposa, tuvo que pagar impuesto a la ganancia durante tres años, aunque en esos tres años perdió plata y está tambaleando?  Como muchas otras. La voracidad fiscal está al límite.

Uno de los motivos por los que no voto al Frente Amplio y lo hago con una profunda convicción es por lo que escuché el otro día en La Tertulia: si el FA no tiene las mayorías parlamentarias necesarias, tendrá que gobernar con las organizaciones sociales. Eso, está muy, pero muy cerca del fascismo, del peor corporativismo. ¿Qué van hacer nos van a imponer a todos la fuerza de los sindicatos y de otras organizaciones de género, o la de las organizaciones patronales? Porque en definitiva es lo mismo, son organizaciones sectoriales y corporativas que no tienen votos en el parlamento. A menos que... a alguno o alguna se le ocurra reclamar reformas constitucionales para "subsanar" esa limitación. Y que viva Il Duce.

Tic tac, el reloj avanza y el país todo, incluso los que están lejos de la política por los más diversos motivos esperamos. Están en juego cinco largos años de nuestras vidas. Y los disfraces, los linchamientos y las irresponsabilidades se pagan muy caras. Las pagamos todos.

Un consejo: para evitar el aburrimiento pero sobre todo cinco años de penurias, no deje que le vendan enormes paquetes llenos de humo.

 

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA.  Uruguay

 


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