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Lo peor de lo peor

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Por Esteban Valenti (*)

Uno de mis temores  -hace ya varios meses- era que los uruguayos termináramos votando por el mal menor, en particular en la izquierda. Se han disipado violentamente.

Cada día se alejan un poco más mis miedos. Debo reconocer en primer lugar que a diferencia de otros países del mundo y en especial de la región, la mercantilización total de la política, que hubiera representado un triunfo de Juan Sartori, se esfumó con un magro 20% de los votos del Partido Nacional y la otra -la polarización a través de un corporativismo militar de derecha o de izquierda-, es lo de menos, porque sabemos dónde terminan esas aventuras, también se hizo humo, no superará el 5%. Para su novel proyecto político es un éxito, para los de sus potenciales aliados, puede serlo, paro los que necesitan sábanas que agitar, les es útil, pero no pone en peligro en absoluto la solidez ciudadana e institucional del Uruguay ni en cantidad ni en calidad. Y no es Bolsonaro.

Lo voy a decir alto y fuerte, una vez más los uruguayos demostramos que tenemos una ciudadanía más culta, más informada, más responsable que la media regional y distante de las nuevas corrientes fascistas y xenófobas en el norte que reivindican la batalla de Poitiers (1) y la Edad Media para defender el sagrado e intocable occidente.

Así que la opción -por más que los aferrados al poder lo quieran presentar- no será para frenar el mal peor. Ese por ahora aquí no existe, pero en el futuro podría existir...

Hemos incorporado sin dudas una nueva imagen en una parte ampliamente mayoritaria de la ciudadanía: los políticos son muy parecidos o casi iguales. Y ese es un serio retroceso para la izquierda, aunque muchos no quieran reconocerlo.

Pero cada semana que pasa los argumentos a favor del mal menor, que algunas buenas plumas manejan acurrucadas junto a un programa que no tiene ni imaginación, ni sensibilidad, ni el más sentido renovador y menos revolucionario, aparecen con nuevos argumentos y explicaciones de cómo logrará el Frente Amplio, en 15 años de gobierno entregarle el próximo gobierno al centro derecha. Un milagro.

Un milagro si se piensa en el primer gobierno del FA, que aun valorando las excepcionales condiciones exteriores, la impresionante incorporación de China al mercado de los cereales y de América Latina, los buenos precios de nuestros productos, la política agropecuaria de los Kirchner que  empujó grandes productores hacia el campo oriental y el crecimiento de nuestros vecinos, no se explica solo ni principalmente por esos motivos. Fue el gobierno de la reforma fiscal, de la salud, o la reprogramación de la deuda pública, del plan de emergencia (que dura demasiado por falta de una auténtica estrategia de las políticas sociales) y, de la redistribución de los ingresos a través del crecimiento de los salarios y jubilaciones, de la reforma de la aduana.. Fue un buen gobierno y eso le permite a la gente comparar con el 2do gobierno del FA y con este gobierno.

No incluyo la construcción de las dos plantas de celulosa, nidel anuncio de la tercera porque eso lo hubiera hecho cualquier otro gobierno, no hay ningún mérito de izquierda. Es tan obvio que no hay ni siquiera que explicarlo.

El milagro de la entrega del gobierno acumula méritos cotidianos. Tres altos dirigentes del MPP (Topolansky, Mujica y Orsi) piensan y dicen que se pueden hacer alianzas con Manini Rios y su partido. ¿De qué mal menor me están hablando?

La fórmula se completa por descarte con una persona que no tiene ni las capacidades, ni las ideas, ni la más mínima trayectoria para ser vicepresidente de la república y que por abajo todos critican pero en el Plenario, para no aumentar la vergüenza la aclaman. Y ella los entierra con su oratoria básica y primitiva. Los entierra un poco más. Y con sus mentiras curriculares.

Después de muchos años de asistir en silencio o incluso aplaudiendo al régimen dictatorial y destructivo de Nicolás Maduro, de apoyarlo en foros internacionales, incluso retirando la delegación uruguaya de la Asamblea General de la OEA, sin ser acompañados ni siquiera por Nicaragua, o Bolivia, con el Canciller de la República que se interroga, ¿Qué le cambiaría al pueblo venezolano si declaramos a Maduro una dictadura? a los pocos días hace el papelón de que primero Astori, y luego Mujica y al final hasta Martínez a 90 días de las elecciones y a un paso del más absoluto desastre humanitario y económico de América Latina, declaran que Venezuela es una dictadura.

¿Qué pasó de nuevo en estos días, Astori, Mujica y Martínez  para que ustedes se hayan dado cuenta de que en Venezuela hay una feroz y destructiva dictadura? Nada, solo que están cerca de las elecciones y apuestan a que los uruguayos somos tontos y sin memoria. Lo explicó Carolina Cosse, claro y alto, es por reaccionar ante los focusgroups o de la opinión pública mayoritaria en el Uruguay. Pero como los fanáticos y los comprometidos con los negociados con Venezuela son de una tenacidad imbatible, el FA envía una delegación a Caracas, a la reunión del Foro de San Pablo, alojado, arropado y pagado - en medio de la más terrible miseria de su pueblo - por el régimen de Maduro y sus cómplices. Una delegación oficial, integrada por seis representantes y allí votan un apoyo específico a la candidatura de la Kirchner en Argentina y de Martínez y Villar en Uruguay. ¿Qué más falta para comprobar hasta el ahogo hacia dónde vamos y quiénes son los aliados del supuesto mal menor y el modelo para determinados sectores del propio Frente Amplio?

Si el mal menor es asegurarse que los miles de cargos de confianza y de jerarcas que se han acostumbrado al poder hasta soldarse a sus sillones, entonces sabemos cuál es.

El mal mayor es que se terminen de licuar los rasgos básicos, elementales de cualquier izquierda, porque no hay principios ni valores para promover alianzas, porque se defiende hasta la vergüenza a una dictadura opresora y destructora de un entero país, si se menosprecia a los ciudadanos hasta proponerles candidatos sin ninguna justificación e incluso se describe despiadadamente como se reparten los cargos entre los diversos partidos, como con gran claridad y diciendo estrictamente la verdad como lo hizo Lucia Topolasky en "Fácil desviarse".

El mal mayor es un Frente Amplio sin ningún equilibrio, donde los sectores que originalmente al menos invocaron a Seregni, van a ser aplastados por el dominio del MPP, del PCU ysus noveles aliados y del PS dominado por la ortodoxia, pues no tengan dudas a la hora de optar.

No voy a votar a los partidos tradicionales, lo hemos demostrado en Navegantes pagando el alto costo que nos hizo pagar Pablo Mieres y el PI por decir la verdad y no someternos a maniobras menores y mentiras por un sillón, pero, no me voy a dejar atrapar tampoco por  el mal mayor, por la continuidad de esta decadencia injustificable de esta llamada izquierda. La coherencia tiene precios, a veces altos, pero valen la pena. Y los asumimos.

El oficialismo no hace un análisis serio y profundo para analizar su situación política y electoral, por dos razones: la primera porque la autocrítica ha desaparecido totalmente de su método, de su identidad de izquierda y de su necesidad de rendirle cuenta a la gente, a los que se jugaron y votaron por ellos.

Segundo, porque consideran que en realidad son pequeños tropiezos, que todo ha ido por el buen camino y que en realidad el futuro es más de lo mismo, a lo sumo con alguna corrección. Y ni siquiera sabemos en los temas claves, cual es esa pequeña corrección. En la economía, en la gestión de las empresas públicas, en la seguridad y la desintegración social, en la educación, en las coherencia en las relaciones internacionales y en la defensa de los derechos humanos, por encima de la homologación de los tribunales militares del deshonor y de las dictaduras feroces en Venezuela y Nicaragua.

El mal peor es que renunciemos a que puede haber otra izquierda, realmente republicana y democrática, aunque nos cueste mucho esfuerzo y sacrificios.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay

(1) La batalla de Poitiers tuvo lugar el 10 de octubre de 732 entre las fuerzas comandadas por el líder franco Carlos Martel y un ejército musulmán a las órdenes del valí de Al-Ándalus Abdar-Rahmanibn AbdAllah al-Gafiqi. Durante la batalla, los francos derrotaron al ejército musulmán y al-Gafiqi resultó muerto y es considerada un hito fundamental en la defensa de occidente durante la edad media del occidente frente a la supuesta expansión musulmana. En realidad era un tiempo, en que en Europa todos invadían a todos.


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