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Alemania: Una declaraciĆ³n de guerra

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Por Andreas Förster (*)

Luego del asesinato de Walter Lübcke, el Estado finalmente tendrá que entender la interacción entre las estructuras en red y las células autónomas que operan en el escenario de la derecha.

El presidente del Club de tiro Sandershausen nos recuerda que hasta el pasado viernes Stephan E cortó el césped del Club. Y sus vecinos del vecindario de viviendas en el este de Kassel sólo hablan bien de ese joven educado, que vivió durante 14 años en una casa blanca con un alero en punta, junto con su esposa y sus dos hijos. Ningún visitante extraño, ni expresiones radicales; un hombre de familia normal y amigable. Eso es lo que dicen los vecinos del hombre que se presume ejecutó al Jefe Político de la CDU Walter Lübcke hace dos semanas. ¿El hombre honesto un incendiario, un gélido asesino?

Desde los asesinatos de la banda NationalSocialistUnderground (NSU) ya hace casi ocho años, sabemos que los terroristas de derecha conocen bien cómo disfrazarse de burgueses. La NSU en Zwickau ubicaba cajas con flores frente a las ventanas y tenía gatos en sus casas;  los asesinos UweMundlos y UweBöhnhardt juntaban castañas para adornar sus casas en otoño, dialogaban con sus vecinos y recogían a sus familiares en los campings.  A nadie se le ocurrió siquiera que unos hombres alemanes tan decentes fueran capaces de cometer crímenes de odio y a sangre fría.

Stephen E, de 45 años, había sido un extremista de derecha activo y participante de una banda nazi desde su juventud. Los convictos pertenecían al menos hasta el 2010 al núcleo duro de la extrema derecha de Kassel. En los últimos años, E. se fue retirando más y más -con la protección de la Constitución- y ya no se lo consideraba una amenaza real. ¿Ese apartamiento se debió a una nueva vida como padre de una familia, o fue una retirada táctica para no ser captado por el radar las agencias de seguridad? ¿Era un extremista de derecha que esperaba su hora para golpear? Si tal era su verdadera intención, entonces le ha mostrado a otros potenciales terroristas como saltarse la red de las autoridades.

De todas maneras, luego de cuatro décadas de terror por parte de la derecha, la República federal aún no sabe nada nuevo y  considera que todo nuevo intento de asesinato es producto de un individuo o de un grupo que actúan de forma aislada. Aunque las investigaciones sobre crímenes terroristas de la derecha -desde 1980- aportaron pruebas creíbles de que los perpetradores confiaban y contaban con una red de organización clandestina nacionalsocialista en Alemania, que inspiraba y promovía sus actividades. Si se llega a confirmar la sospecha sobre Stephan E., podría pensarse que el asesinato del presidente del distrito de Kassel, Walter Lübcke, obedeció a la misma lógica.

Los expertos en seguridad que investigan el terrorismo islámico ya hace años que no consideran a Al Qaeda como una organización que impone y prepara atentados. Sin embargo, la antigua fundación de Osama Bin Laden se considera ahora como una red de luchadores y de células autónomas con vinculación ideológica. Ellos actúan por propia decisión, aunque confían en el apoyo logístico de la red. ¿Por qué los agentes federales y los investigadores de este país se oponen de manera obstinada a la idea de que el terror de derecha también podría funcionar de esta manera? Pongamos un ejemplo: El Combat 18 (C18) fue fundado a comienzos de la década de 1990 como una red terrorista internacional y el brazo armado de la  organización neonazi Blood&Honour. Este movimiento encubierto C18 está organizado en torno al concepto de "resistencia sin líder", lo cual significa que la organización sólo difunde instrucciones para la fabricación de bombas y elabora listas de objetivos de ataques que podrían orientar a las células del C 18 que actúan autónomamente. La Red de investigación Antifa EXIF publicó en marzo de 2012 unos resultados según los cuales habría cobrado  nueva vida a la red sueca, en ese momento dormida. Desde ese momento la organización C18 volvió a despertar con el nuevo lema de "Reunión 28" y sus principales protagonistas provienen de Inglaterra, Alemania, Escandinavia, Bélgica y Holanda. Se ha dicho que Stephan E, ahora en prisión, se encuentra cerca de Combate 18.

También hubo indicios de cooperación con las estructuras de Blood&Honour y C 18 de todo el país, en el caso de la célula de la NSU de Zwickau, el trío de terroristas neonazis. Sin embargo, los investigadores se negaron a informar de manera exhaustiva sobre la red de ayudantes, partidarios y cómplices. En lugar de ello, desde el comienzo difundieron la hipótesis de que se trataba de un grupo que actuaba de manera autónoma, eligiendo a sus víctimas y cometiendo los asesinatos por su propia cuenta. Fue una decisión política. Berlín deseaba éxitos rápidos en las investigaciones y probablemente quería evitar las discusiones sobre un aparato de seguridad de lucha contra el terrorismo de derecha que ha fracasado de manera estrepitosa durante cuatro décadas.

Las autoridades no deberían repetir los errores de los procedimientos de la NSU al investigar el asesinato de Walter Lübcke. Si ahora los neonazis cambian su estrategia hacia el asesinato selectivo de políticos, tal  cambio  debería entenderse como lo que es y ser tomado muy seriamente: es una declaración de guerra contra el Estado y la Sociedad democrática.

 

(*) Andreas Förster escribe sobre terrorismo, inteligencia y seguridad

Fuente: Der Freitag, 19-06-19

Traducción: María Julia Bertomeu


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