bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

Habemus candidatos

imagen

Por Esteban Valenti (*)

Se ha cumplido el primer ciclo electoral en el Uruguay, han sido elegidos los candidatos a la Presidencia de la República de todos los partidos que hayan superado los 500 votos nacionales y, además se eligieron las convenciones nacionales y departamentales de cada uno de ellos. Reforma Constitucional de 1996 mediante.

Hoy cuando escribo esta columna es miércoles 26 de junio y, obviamente los nombres no se conocen todavía los nombres, lo que estamos inundados es de encuestas que emplean los más diversos métodos de relevamiento y que ofrecen un menú -amparados, justificados- por el hecho de que el voto no es obligatorio y el acarreo, con todos los medios disponibles, no se puede calcular, ofrecen entre sus mediciones diferencias de hasta el 25% entre los posible candidatos elegibles. Ellos explicarán sus aciertos y errores y su utilidad...

Comencemos por lo seguro, los partidos que presentaron un solo candidato ya era seguro que nombre encabezaría sus listas nacionales. Son varios, ninguno de ellos tiene la mínima posibilidad de triunfar en octubre-noviembre. Su gran desafío será conocer si entrarán en el parlamento y con cuantos miembros. Y en esta oportunidad, esto tiene un valor complementario porque que hay dos datos seguros en estas elecciones: habrá balotaje y ningún partido o frente obtendrá mayoría absoluta en el parlamento, por lo tanto las alianzas, la suma de los votos en las Cámaras de Senadores y Diputados, adquieren una importancia institucional y política mucho mayor.

En el caso del Frente Amplio y a menos que todas las encuestadoras, los paneles en diversos medios, el olfato y los augures se equivoquen muy feo, Daniel Martínez será el nuevo candidato presidencial. Lo que queda por saber son los porcentajes de los cuatro pre candidatos para realizar un análisis más preciso y lo fundamental: cuantos votantes apoyaron las opciones del FA y que porcentaje del total de votantes representan, además de la correlación de fuerzas internas. Este último elemento que antes tenía una importancia central, ahora, donde el poder en reiteración real y el papel es el tema casi excluyente, tiene un valor relativo, pero lo tiene. La estructura elegida fuera de esta contienda electoral es la que decide.

En resumen en el FA la incógnita no es el candidato, son los otros datos derivados. Tendremos que analizarlos.

En el Partido Nacional, a pesar de que todas las encuestadoras dan a Luis Lacalle Pou como ganador, hay una pregunta que sobrevuela a pocas horas de las elecciones el ambiente político: ¿Cuan bajo cayó la política en el Uruguay y cuanto puede la plata utilizada sin límite en una campaña? La plata para todo, también para aplicar el manual completo de las mentiras, las deformaciones y el uso de las nuevas tecnologías en su peor versión. Será un termómetro a tener muy en cuenta y se llama Juan Sartori.

Una cosa es clara: a Sartori y su familia, el único resultado que le sirve es ganar las internas, lo demás es plata tirada, los intereses parlamentarios del novel candidato son nulos. Ya podremos comprobarlo.

Otro dato muy importante será el número de votantes del Partido Nacional en la interna. Es un primer dato hacia octubre.

En el caso del Partido Colorado es donde puede producirse la mayor sorpresa, interna y para el conjunto del cuadro político, el triunfo de Ernesto Talvi, derrotando nada menos que al dos veces presidente y gurú de primer nivel de la política nacional, Julio María Sanguinetti.  Cuando lean esta nota todos sabremos ese dilemático resultado.

Si triunfa Sanguinetti, el Partido punzó reiterará su rumbo conservador, su apego al pasado y su límite porcentual en las elecciones de octubre y su único objetivo, contribuir a la derrota del FA y poco, muy poco más.

Un triunfo de Talvi será la incorporación al menú electoral de primer nivel de octubre, de una figura nueva y que demostró la capacidad de vencer nada menos que a Sanguinetti, que había partido con una ventaja abrumadora. El mensaje del electorado será en muchas direcciones y no solo dentro del Partido Colorado y habrá demostrado que su decisión de sacrificar la tibieza del aparato del partido, para construir una verdadera alternativa interna, fue acertada.

Los resultados de noviembre yo no los daría por seguros, cuatro meses son largos, el tema económico ocupará el centro de la agenda nacional y seguramente habrá debates entre los diversos candidatos. Y la influencia de esos debates pueden ser novedosamente muy importantes.

Una cosa ha quedado demostrada en la campaña hacia las internas, los temas de fondo, los más espinosos y complejos han sido tratados -por todos- al nivel de frases de impacto,  con muchas menciones, pero con muy poca precisión, en especial como afrontar los principales problemas de la economía nacional y su influencia social. Agitar a los cuatro vientos los voluminosos programas de los distintos partidos, no nos dejaron claro que se hará seriamente con el gasto público, con el déficit fiscal escalando todos los meses, con el déficit incontenible de las jubilaciones militares, pero también civiles, estas últimas encadenas a los salarios por mandato constitucional.

No nos dejaron claro cuáles son las que medidas a corto, medio y largo plazo para romper el estancamiento productivo y por lo tanto en las inversiones y en el empleo y su contracara, el desempleo creciente.

Sobre la seguridad, la educación pública y los políticas sociales, la vivienda, todas ellas integradas en un conjunto de políticas asociadas y de fuerte impacto en la sociedad conocemos generalidades, que en todos los casos tienen una fuerte dependencia de la situación económica, tampoco existen definiciones muy precisas y menos aún sobre la reforma del Estado. Nada menos que sobre la reforma del estado, en Uruguay...

Todos temas en los que hablar claro y transparente tiene costos electorales importantes, positivos o desastrosos. Depende del tono del discurso de cada candidato y su diseño estratégico.

Hay un aspecto que en las internas brilló por su ausencia, es la autocrítica, ninguno de los tres grandes lemas la incluyó en su menú y nos dejó a muchos con un apetito de lobos. ¿Ninguno de los tres tiene nada que decirle a la ciudadanía sobre errores, políticas equivocadas, inmoralidades, conjunciones de intereses públicos y privados? ¿Esos temas aparecerán aunque sea tímidamente en el debate hacia octubre? Y los tres partidos tienen una pesada mochila en sus espaldas.

El argumento de que los candidatos pertenecen a otra generación que sus predecesores y por lo tanto con una simple "verónica" pueden eludir el tema, o mejor dicho los diversos temas, sería un grave error. Es cierto están más frescos los problemas del partido en el gobierno, pero los desastres de los años 90 y la crisis del 2002 no son historia antigua, forman parte de un proceso que todos sufrimos y que todos tendríamos que saber cómo han sido analizados por los dirigentes actuales de los tres partidos principales.

Ni que hablar que estará el tema de la Verdad y Justicia ante los muchos, demasiados crímenes de la dictadura que siguen sin aclararse  ni castigarse.

Hay un aspecto que lo engloba todo, que tiene sus raíces en el lento y prolongado proceso de decadencia nacional comenzada a mitad de la década del 50 y que el primer gobierno del FA -solo en primero-  logró modificar, el freno al proceso de decadencia nacional. Decadencia productiva, económica, social, cultural y anímica del país y que ahora está volviendo a cubrir al Uruguay con muchos síntomas viejos y algunos nuevos, como el crecimiento de la criminalidad y la inseguridad.

Es tema global, es la construcción, con una mirada y una práctica a corto, mediano pero con una visión estratégica, un auténtico Proyecto Nacional.

Un Proyecto Nacional no es la suma de una cantidad de capítulos sectoriales ordenados en un programa electoral. Solo será posible con el aporte de los mejor de la sociedad uruguaya, de sus sectores más dinámicos, inteligentes y comprometidos con la nación y no solo con un limitado horizonte sectorial y además requerirán de un compromiso político que lo sostenga a todos los niveles institucionales.

Un proyecto Nacional requiere reconstruir la confianza, el empuje de los sectores productivos, trabajadores, empresarios de todos los tamaños, de la academia, de los profesionales y los intelectuales, y siempre con un sentido crítico, no de régimen.

Un Proyecto Nacional que realmente se proponga y cumpla con el objetivo de una verdadera revolución en el papel de las mujeres en todos los ámbitos, y no solo por el reclamo de las propias mujeres sino por la visión del conjunto de la sociedad. Igualdad total y en serio.

Sólo desde un Proyecto Nacional podremos encarar los cambios que el país necesita y mantener un rumbo, en particular en la política internacional, tanto a nivel político como económico, comercial y de las inversiones. Y de un nuevo factor que nadie podrá soslayar, la protección del medio ambiente y la batalla en todos los foros mundiales - con la autoridad de una propia política doméstica - por detener la locura del cambio climático y sus desastrosas consecuencias.

Un primer y necesario objetivo luego de conocidos los posibles presidentes de la república en el periodo 2020-2025, será formular una serie de preguntas que consideremos claves. No para ganar las elecciones, sino para que los uruguayos vivamos mejor, más libres, más seguros, con más seguridades en un mundo cada día más inseguro y feroz.

(*) Periodista, escritor, director de Uypress y Bitácora. Uruguay


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS