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Marx y la crítica de la economía política: Desde sus primeros estudios hasta los Grundrisse

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Por Marcello Musto (*)

I. Encuentro con la economía política

La economía política sólo estaba emergiendo como ciencia en Alemania en la juventud de Marx. No fue entonces su primera pasión intelectual, pues la halló apenas tras haber estudiado otras disciplinas.

Entre 1842 y 1843 se dedicó al periodismo, donde se ocupó de temas de actualidad. Trabajó en la Rheinische Zeitung (Gaceta Renana), el diario de Colonia, del cual muy pronto llegó a ser un muy joven jefe editorial. Sin embargo, poco después de llegar al puesto y comenzar a publicar sus artículos sobre cuestiones económicas (aunque sólo en sus aspectos legales y políticos),1 la censura atacó al rotativo y puso fin a la experiencia, con lo cual Marx decidió "dejar la escena pública" y retirarse a su "gabinete de estudio".2

De tal modo, continuó los estudios sobre el Estado y las relaciones legales, donde Hegel era autoridad preponderante, y en 1843 escribió un manuscrito publicado en forma póstuma como [Crítica a la filosofía del derecho de Hegel].** Tras desarrollar su convicción de que la sociedad era el verdadero fundamento del Estado político, expuso aquí sus primeras opiniones sobre la importancia de los factores económicos para explicar la totalidad de las relaciones sociales.

Marx encaró "un estudio crítico concienzudo de la economía política"3 en cuanto se mudó a París, donde fundó y coeditó en 1844 los Anales franco-alemanes.4 De allí en adelante, sus investigaciones, antes principalmente de carácter filosófico, histórico y político, giraron hacia la nueva disciplina que sería el núcleo de sus trabajos. Leyó mucho en París: llenó nueve cuadernos de notas y extractos. De hecho, ya había adquirido en la universidad un hábito para toda la vida: compilar resúmenes de obras, a menudo entremezclados con reflexiones sugeridas por éstos.5 Los denominados [Manuscritos de París] son en especial interesantes, pues compendian extensamente el Traité d'èconomie politique, de Jean-Baptiste Say; y La riqueza de las naciones, de Adam Smith.6

De ellos, Marx adquirió sus conocimientos básicos de economía política, así como también de los Principios de economía política y tributación, de David Ricardo, y los Principios de economía política,7 de James Mill, que le permitieron hacer sus primeras evaluaciones sobre los conceptos de valor y precio, y esbozar una crítica al dinero como dominio de cosas alienadas sobre el ser humano. Paralelamente a estos estudios, Marx escribió otros tres cuadernos, publicados en forma póstuma como [Manuscritos económico-filosóficos de 1844]. En ellos dedicó especial atención al concepto de trabajo alienado (entäusserte arbeit). Al contrario de los principales economistas y de G. W. F. Hegel, Marx no considera condición natural y, por tanto, inmutable ese fenómeno, por medio del cual el producto del obrero se opone a él "como un ser ajeno, como una fuerza independiente del productor"8, sino como cierta característica de una particular estructura de las relaciones sociales de producción: el modo de producción y el trabajo asalariado del capitalismo.

Friedrich Engels, quien se encontró por primera vez con Marx en el verano de 1844 y forjó una amistad y una solidaridad teórico-política con él durante el resto de sus vidas, también estaba esperanzado en un levantamiento social inminente. Lo urgió, en la primera carta en sus 40 años de correspondencia, a publicar cuanto antes: "Trata de que el material que has reunido sea lanzado pronto al mundo. ¡Dios sabe que ya es la hora!"9 Marx percibía que sus conocimientos no eran suficientes, y por eso se abstuvo de completar y publicar los manuscritos. Sin embargo, escribió con Engels10 La sagrada familia o crítica de la crítica crítica. Contra Bruno Bauer y consortes, un ataque polémico contra Bauer y otras figuras del movimiento de la izquierda hegeliana.

Tras terminar dicho libro, Engels escribió nuevamente a su amigo a principios de 1845 para instarlo a completar el trabajo en preparación. Pero estas súplicas no valían de nada. Marx seguía sintiendo la necesidad de continuar los estudios antes de tratar de dar una forma definitiva a los borradores. De todas maneras, lo sostenía la convicción de que pronto podría publicar, y el 1 de febrero de 1845, después que le ordenaran salir de Francia por su colaboración con el periódico de los trabajadores de lengua alemana ¡Vorwärts! -firmó un contrato con el editor Karl Wilhelm Leske de Darmstadt, para una obra en dos tomos que se titularía Crítica de la política y de la economía política.11

II. Continuando el estudio de la economía

En marzo de 1845, Marx elaboró una crítica -nunca completada- sobre el libro del economista alemán Friedrich List que trataba del "sistema nacional de economía política".12 Entre febrero y julio, además, llenó seis cuadernos con extractos, los denominados [Cuadernos de Bruselas], dedicados principalmente a conceptos básicos de la economía política. Pasó julio y agosto en Manchester, examinando la vasta bibliografía económica en lengua inglesa -tarea esencial para el libro que tenía en mente-. Compiló otros nueve cuadernos de extractos, los Cuadernos de Manchester, y -de nuevo- aparecían más los manuales relativos a economía política y libros de historia económica, como Lectures on the elements of political economy, de Thomas Cooper; History of prices and of the state  of circulation, por Thomas Tooke; The literature of political economy, por John Ramsay McCulloch; y Essays on some unsettled problems of political economy, por John Stuart Mill.13

En noviembre de 1845 concibió la idea de escribir, con Engels, Joseph Weydemeyer y Moses Hess, una "crítica de la filosofía alemana moderna, sostenida por sus exponentes Feuerbach, Bruno Bauer y Stirner, así como del socialismo alemán expuesto por sus distintos profetas".14 El texto resultante, publicado en forma póstuma con el título [La ideología alemana], tenía un doble objetivo: combatir las últimas formas del neohegelianismo en Alemania (en octubre de 1844 se había publicado El único y su propiedad, de Max Stirner) y luego, como escribiera Marx al editor Leske, "preparar al público para el punto de vista que adopto en mi Economía, diametralmente opuesto al academicismo alemán, pasado y presente".15 Nunca pudo terminar ese texto, sobre el que trabajó hasta junio de 1846, pero le ayudó a elaborar con más claridad que antes, si bien no en una forma definitiva, lo que Engels definió para un público más amplio, 40 años más tarde, como "la concepción materialista de la historia".16

Sus notas de estudio y los escritos publicados son otra prueba de su actividad. Entre el otoño de 1846 y septiembre de 1847 llenó tres grandes cuadernos de extractos, relacionados principalmente con la historia económica de Gustav von Gülich, uno de los principales economistas alemanes de la época, Geschichtliche Darstellung des Handels, der Gewerbe und des Ackerbaus der bedeutendsten handeltrebeinden Staaten unsrer Zeit.17 En diciembre de 1846, tras leer el Système des contradictions économiques ou Philosophie de la misère, de Pierre-Joseph Proudhon, y encontrarlo "malo, muy malo",18 Marx decidió escribir una crítica. Lo hizo directamente en francés, para que su oponente -que no leía alemán- fuera capaz de entenderlo. El texto se completó en abril de 1847 y fue publicado en julio como Misère de la philosophie: réponse a la Philosophie de la misère, de M. Proudhon. Fue el primer trabajo publicado de Marx sobre economía política, donde expone sus ideas sobre la teoría del valor, el planteo metodológico adecuado para comprender la realidad social y el carácter histórico transitorio de los modos de producción.

III. 1848 y el estallido de la revolución

La publicación del Manifiesto no podía haber sido más oportuna. Casi inmediatamente, un movimiento revolucionario de alcance e intensidad sin precedente hundió el orden político y social de Europa continental en una crisis. Los gobiernos tomaron todas las contramedidas posibles para poner fin a las insurrecciones y, en marzo de 1848, Marx fue expulsado de Bélgica a Francia, donde apenas se había proclamado una república. Por supuesto, entonces dejó a un lado sus estudios sobre la economía política y retomó la actividad periodística para apoyar la revolución, ayudando a esbozar un curso político recomendable.

Cinco artículos basados en conferencias dictadas en diciembre de 1847 a la Asociación de Trabajadores Alemanes en Bélgica aparecieron con el título Trabajo asalariado y capital, donde Marx presenta al público, de un modo más extenso que en el pasado y en un lenguaje lo más comprensible posible para los trabajadores, sus conceptos sobre cómo el capital explotaba el trabajo asalariado.

Tras un periodo de intensa actividad política, Marx recibió en mayo de 1848 la orden de expulsión de Prusia y volvió a Francia. Pero cuando la revolución fue también derrotada en París, las autoridades le ordenaron irse a Morbihan, una región en Bretaña entonces desolada e infectada por la malaria. Frente a este "ataque velado contra [su] vida", decidió dejar Francia para irse a Londres, donde pensaba que había "una perspectiva segura de poder comenzar con un periódico alemán".19

IV. Esperando la crisis en Londres

Marx llegó a Inglaterra en el verano de 1849, cuando tenía 31 años. Su vida en la capital no fue nada tranquila. La familia, que llegaba a seis miembros luego del nacimiento de Laura, en 1845, Édgar, en 1847, y Guido, poco después de su llegada en 1849, debió pasar mucho tiempo en gran pobreza en el Soho, uno de los distritos más pobres y decadentes de Londres. Además de sus problemas familiares, Marx participaba en un comité de ayuda para los emigrados alemanes, que impulsaba a través de la Liga Comunista y cuya misión era asistir a los numerosos refugiados políticos en Londres.

Pese a esas condiciones adversas, Marx logró su objetivo de empezar a publicar un nuevo diario. En marzo de 1850 comenzó a dirigir la Neue Rheinische Zeitung-Politischökonomische Revue. Estaba convencido, si bien erróneamente, de que la situación demostraría ser un breve interludio entre la revolución concluida poco antes y otra ya a la vista.

En diciembre de 1849 escribió a su amigo Weydemeyer: "Tengo pocas dudas de que cuando hayan aparecido tres, o tal vez dos números mensuales [de la Neue Rheinische Zeitung (MM)] se producirá una conflagración mundial y se habrá esfumado la oportunidad de terminar temporariamente con la economía política". Era inminente una "poderosa crisis industrial, agrícola y comercial",20 y dio por sentado que emergería un nuevo movimiento revolucionario -si bien apenas tras el estallido de la crisis, dado que la prosperidad industrial y comercial debilitaba la determinación de las masas proletarias-. A continuación, en Las luchas de clases en Francia, aparecidas como una serie de artículos en la Neue Rheinische Zeitung, afirmaba que "una verdadera revolución (...) sólo puede darse en los periodos en que (...) las modernas fuerzas productivas y las formas burguesas de producciónincurren en mutua contradicción. (...) Una nueva revolución sólo es posible como consecuencia de una nueva crisis. Pero es también tan segura como ésta".21 Marx no cambió de opinión, aunque la prosperidad económica comenzó a generalizarse, y en el primer número (enero-febrero) de la Neue Rheinische Zeitung sentenciaba que la mejoría no duraría mucho, pues los mercados de las Indias Orientales "ya estaban casi saturados" y los de Sudamérica, Estados Unidos de América (EUA) y Australia pronto también lo estarían.

En la siguiente edición, fechada en marzo-abril de 1850, Marx también sostenía que la coyuntura económica positiva no representaba más que una mejoría temporal, mientras que la sobreproducción y el exceso de especulación en el sector de los ferrocarriles estatales estaban produciendo una crisis.22 La situación hipotética descrita por él era entonces muy optimista para la causa del movimiento obrero e incluía los mercados europeos y estadounidense. En su opinión, "siguiendo la entrada de Estados Unidos en la recesión, producto de la sobreproducción, se podría esperar que la crisis se desarrolle en el próximo mes más rápido que hasta ahora". Su conclusión era por tanto entusiasta: "La coincidencia de la crisis comercial y la revolución (...) se está volviendo cada vez más segura. ¡Que les destins s'accomplissent!"23 Durante el verano, Marx profundizó su análisis económico comenzado antes de 1848 y en el número de mayo-octubre de la revista (la última antes que la falta de fondos y la represión de la policía prusiana lo obligaran a cerrarla) llegó a una conclusión importante: "La contribución de la crisis comercial a las revoluciones de 1848 es infinitamente mayor que la contribución de la revolución a la crisis comercial".24 De ahí en adelante, la crisis económica adquiriría importancia fundamental en su pensamiento.

Los pronósticos de Marx para este periodo de más de un año resultaron erróneos. Sin embargo, aun en los momentos en que estaba más convencido de una inminente ola revolucionaria, sus ideas eran muy diferentes de las de los otros dirigentes políticos europeos exiliados en Londres. Aunque equivocado en cuanto a cómo se iría plasmando la situación económica, consideraba que a los fines de la actividad política era indispensable estudiar el estado actual de las relaciones políticas y económicas. En cambio, la mayoría de los dirigentes democráticos y comunistas de la época, caracterizados por él como "alquimistas de la revolución", pensaban que el único requisito para una revolución victoriosa era "una adecuada preparación de su conspiración".25

A diferencia de quienes esperaban que cayera del cielo otra revolución, en el otoño de 1850 Marx estaba convencido de que sin una nueva crisis económica mundial no podría madurar nada. A partir de ahí se distanció de las falsas esperanzas de una revolución inminente26 y se fue a  vivir "en un retiro total".27 El desafío pasó a ser así sobre cómo predecir el estallido de la crisis. Para Marx, quien tenía ahora un motivo político adicional, había llegado de nuevo el momento de dedicarse por entero al estudio de la economía política.

V. Las notas de investigación de 1850-53

Durante los tres años en que Marx interrumpió su estudio de la economía política hubo sucesos económicos -desde la crisis de 1847 hasta el descubrimiento del oro en California y en Australia- que a juicio suyo eran tan importantes que debería emprender nuevas investigaciones, así como revisar sus viejas notas y tratar de darles forma definitiva.28 Sus siguientes lecturas se sintetizaron en 26 cuadernos de extractos, de los cuales compiló y numeró 24 (también con textos de otras disciplinas) entre septiembre de 1850 y agosto de 1853, en lo que se llamaron los [Cuadernos de Londres]. Este material de estudio es en extremo interesante: documenta un periodo significativo de desarrollo crítico, cuando no sólo resumía el conocimiento adquirido hasta entonces sino que, estudiando profundamente docenas de nuevos libros (especialmente en inglés) en la biblioteca del British Museum, también iba adquiriendo otras importantes ideas para la obra que intentaba escribir.

En particular, Marx se concentró en la historia y las teorías de las crisis económicas, prestándole mucha atención a la forma-dinero y al crédito, en sus intentos por comprender sus orígenes. A diferencia de otros socialistas de su época, como Proudhon, convencidos de que las crisis económicas podían evitarse reformando el sistema monetario y crediticio, concluyó que como el sistema crediticio era una de las condiciones subyacentes, las crisis podían a lo sumo agravarse o moderarse por el uso correcto o incorrecto de la circulación monetaria; y que las verdaderas causas de las crisis había que buscarlas en las contradicciones de la producción.29

Al final de este primer grupo de extractos, Marx resumió sus conocimientos en dos cuadernos que no numeró como parte de las series principales y que se titularon [Bullion: the perfect monetary system].30 En este manuscrito, escrito en la primavera de 1851, copió de las principales obras de economía política -a veces acompañándolas con comentarios propios- lo que consideraba los pasajes más importantes sobre la teoría del dinero. Divididos en 91 secciones, una para cada libro en consideración, [Bullion: the perfect monetary system] no fue simplemente un acopio de citas, sino que puede considerárselos como la primera formulación autónoma de Marx sobre la teoría del dinero y la circulación,31 usada luego para escribir el libro que había estado planeando durante años.

De tal modo, Marx nuevamente se dedicó a estudiar a los clásicos de la economía política, y entre abril y noviembre de 1851 escribió lo que podría considerarse el segundo grupo (VIII-XVI) de los [Cuadernos de Londres]. El cuaderno VIII estaba dedicado casi enteramente a extractos de Inquiry into the principles of political economy, de James Steuart, que había comenzado a estudiar en 1847, y de los Principios de economía política y tributación, de Ricardo. Los extractos de éste, compilados mientras escribía [Bullion] constituyen la parte más importante de los [Cuadernos de Londres], pues van acompañados por numerosos comentarios críticos y reflexiones personales.32  Hasta finales de la década de 1840, Marx había aceptado en lo fundamental las teorías de Ricardo, mientras que de ahí en más, con nuevos y más profundos estudios sobre la renta de la tierra y del valor, en ciertos aspectos las fue superando.33

Pese al ampliado alcance de sus investigaciones y la acumulación de cuestiones teóricas que había que resolver, Marx siguió siendo optimista sobre la terminación de su proyecto.34  Evidentemente, pensó que podía escribir su libro en dos meses, basado en la vasta cantidad de extractos y notas críticas acumuladas. No obstante, una vez más, no sólo no pudo llegar a la ansiada "conclusión"; no pudo siquiera comenzar el manuscrito de una "copia legible" que debía enviarse a la imprenta. Esta vez, el principal motivo por el cual no cumplió el plazo fueron sus terribles estrecheces económicas.

No obstante, Marx continuó el estudio crítico de la economía política a lo largo del verano de 1851. En agosto leyó la Idée générale de la révolution au XIXe siècle, de Proudhon, y albergó el proyecto (que más tarde descartó) de escribir una crítica con Engels35. Además, continuó compilando extractos de sus lecturas: el cuaderno XI contiene textos que tratan de la condición de la clase obrera; y el XII y XIII tratan de sus investigaciones en química agraria, cómo entendió la importancia de esta disciplina para el estudio de la renta de la tierra. En el cuaderno XIV retoma el debate sobre la teoría de la población de Thomas Robert Malthus; los modos de producción precapitalistas, según demuestran los extractos de Economie politique des Romains, de Adolphe Dureau de la Malle; e History of the conquest of Mexico e History of the conquest of Peru, de William H. Prescott; asimismo, al colonialismo, particularmente a través de los Lectures on colonization and colonies, de Herman Merivale.36

Por último, entre septiembre y noviembre de 1851 extendió su campo de investigación a la tecnología, dedicando considerable espacio en el cuaderno XV a Johann H. M. Poppe y su historia de la tecnología; y en el XVI, a diversas cuestiones de economía política.37 Como muestra una carta a Engels hacia mediados de octubre de 1851, Marx estaba entonces "tratando de dilucidar su economía", "buscando principalmente en la tecnología, en su historia y en la agronomía", a fin de "poder formarse por lo menos algún tipo de opinión sobre esta materia".38

Entretanto, Marx siguió con otra obra. Desde diciembre de 1851 hasta marzo de 1852, escribió El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte pero, debido a la censura de sus obras en Prusia, tuvo que publicarlo en Nueva York, en la revista Die Revolution, de Weydemeyer, de escasa circulación. Entre mayo y junio de 1852 escribió con Engels una polémica galería de retratos caricaturizados de las principales figuras de la emigración política alemana en Londres, y lo tituló Los grandes hombres del exilio (Johann Gottfried Kinkel, Ruge, Karl Heinzen y Gustav von Struve).

Desde abril de 1852 hasta agosto de 1853 resumió la compilación de sus extractos y escribió el tercer y último grupo (XVII-XXIV) de los [Cuadernos de Londres].39 Se trata aquí principalmente de distintas etapas en el desarrollo de la sociedad humana, pues su investigación giraba en torno a las disputas históricas acerca de la Edad Media y la historia de la literatura, la cultura y las costumbres. En particular, le interesó India, sobre la cual escribía al mismo tiempo artículos para el New York Tribune.

Como demuestra esta amplia gama de investigaciones, Marx de ningún modo se estaba "tomando un descanso". Los obstáculos a sus proyectos atañían de nuevo a la pobreza que lo acechaba durante esos años. Todo esto le costó caro, en tiempo y en trabajo: "Muchas veces debo gastar todo un día entero por un chelín. Te aseguro que cuando considero los sufrimientos de mi mujer y mi propia indefensión, siento que quiero mandar todo al diablo".40 A veces la situación se hacía intolerable, como cuando en octubre de 1852 escribió a Engels: "Ayer empeñé una chaqueta de la época en que vivía en Liverpool para poder comprar papel".41

No obstante, las tormentas en el mercado financiero mantenían altas las esperanzas de Marx, y escribió sobre ello en cartas a todos sus amigos más cercanos. Irónicamente, dijo a Lassalle en febrero de 1852: "La crisis financiera ha llegado finalmente a un nivel comparable sólo con la crisis comercial que se hace sentir ahora en Nueva York y Londres. A diferencia de los caballeros del comercio, ¡ay!, no tengo siquiera el recurso de declararme en bancarrota".42 En abril contó a Weydemeyer que, debido a las circunstancias extraordinarias, como el descubrimiento de nuevos yacimientos de oro en California y Australia, y la penetración comercial inglesa en India, "bien podría ser que la crisis se posponga hasta 1853. Pero en ese momento la erupción será formidable. Hasta entonces, no podremos ni pensar en conmociones revolucionarias".43 Y en agosto, inmediatamente después de los colapsos especulativos en EUA, escribe a Engels con tono triunfal: "¿No será que se acerca la crisis? La revolución podría llegar antes de lo que quisiéramos".44

Marx no guardó estas evaluaciones sólo para su correspondencia sino que, también, las escribió en el New York Tribune. En un artículo de noviembre de 1852 sobre "Pauperismo y librecambio" pronosticaba: "La crisis (...) tendrá un carácter mucho más peligroso que en 1847, cuando fue más comercial y monetaria que industrial", dado que "cuanto mayor capital excedente se concentre en la producción industrial, (...) tanto más amplia, duradera y directa será la crisis que se abatirá sobre las masas trabajadoras".45 En otras palabras: tal vez sería necesario esperar un poco más, pero él estaba convencido de que tarde o temprano llegaría la hora de la revolución.

VI. Los artículos sobre la crisis para el New York Tribune

También en este periodo, la crisis económica era un tema constante en los artículos de Marx para el New York Tribune. En "Revolución en China y Europa", de junio de 1853, donde relacionaba la revolución antifeudal china que comenzó en 1851 con la situación económica general, nuevamente expresó su convicción de que pronto llegaría "un momento en el que la ampliación de los mercados no puede seguir al ritmo de la ampliación de la producción industrial británica, y esta desproporción debe dar lugar a una nueva crisis con la misma certidumbre como lo ha hecho en el pasado".46 A su juicio, luego de la revolución, una contracción imprevista del gran mercado chino "arrojaría la chispa en la mina sobrecargada del sistema industrial actual y causaría la explosión de la crisis general largamente preparada que, difundiéndose por el exterior, será seguida rápidamente por revoluciones políticas en el continente".47 Por supuesto, él no consideraba el proceso revolucionario de manera determinista, pero estaba seguro de que la crisis era un prerrequisito indispensable para su realización. El tema lo subraya a finales de septiembre de 1853, en el artículo "Movimientos políticos: Escasez de pan en Europa":

ni las peroratas de los demagogos ni los disparates de los diplomáticos llevarán la situación a una crisis, pero (...) hay desastres económicos y conmociones sociales que se están acercando, que serán los seguros precursores de la revolución europea. Desde 1849, la prosperidad comercial e industrial ha ampliado el lecho en que la contrarrevolución ha dormido tranquila.48

En su correspondencia con Engels también obran vestigios del optimismo con que Marx esperaba estos acontecimientos.49 Pero la crisis no llegaba todavía, y entonces concentró sus energías en otras actividades periodísticas para no perder su única fuente de ingresos. Entre octubre y diciembre de 1853 escribió una serie de artículos, "Lord Palmerston", donde criticaba la política exterior de Henry John Temple, tercer vizconde de Palmerston, quien durante mucho tiempo fue secretario de relaciones exteriores y futuro primer ministro de Gran Bretaña. Estos artículos aparecieron en el New York Tribune y The People's Paper, publicado por los cartistas ingleses. Entre agosto y noviembre de 1854, tras el levantamiento cívico-militar de junio en España, escribió otra serie: "La revolución en España", donde resumía y analizaba los principales acontecimientos de la última década en ese país. Tomaba muy en serio esos trabajos, como apreciamos en los nueve grandes cuadernos de extractos compilados entre septiembre de 1853 y enero de 1855. Los primeros cuatro de éstos se centraron en la historia diplomática, proporcionándole la base para "Lord Palmerston"; en cambio, los otros cinco, sobre la historia política, social y cultural hispana, incluían su investigación para los artículos de "La revolución en España".50

Por último, en algún momento entre finales de 1854 y principios de 1855, Marx retomó sus estudios de economía política. Luego de una interrupción de tres años, sin embargo, decidió releer sus viejos manuscritos antes de seguir.

Esa revisión originó 20 páginas de 9 notas, intituladas por Marx "Citas. La esencia del dinero, la esencia del crédito, crisis"; se trataba de nuevos extractos de otros extractos realizados en los últimos años. Volvía a los libros de autores como Tooke, John Stuart Mill y Steuart, y a artículos de The Economist, donde resumía las teorías de los principales economistas políticos sobre el dinero, el crédito y la crisis, que había comenzado a estudiar en 1850.51

Al mismo tiempo escribió más artículos sobre la recesión para el New York Tribune. En enero de 1855, en "La crisis comercial en Gran Bretaña", expuso con gran satisfacción: "La crisis comercial inglesa, cuyos síntomas premonitorios fueron registrados hace tiempo en nuestras columnas, es ahora un hecho que proclaman en voz alta las mayores autoridades en este tema".52

Sin embargo, justo cuando Marx parecía estar a punto de retomar su trabajo sobre la "Economía", las dificultades personales, una vez más, lo obligaron a cambiar de planes. En abril de 1855, la muerte de su hijo Édgar, de ocho años, lo afectó profundamente. Así se franqueaba con Engels:

Ya he tenido bastante mala suerte, pero sólo ahora sé lo que realmente significa la verdadera desdicha (...) Entre todos los terribles tormentos que últimamente he debido sufrir, pensar en ti y en tu amistad, siempre me han sostenido, como así también la esperanza de que hay algo bueno para que nosotros lo hagamos en este mundo.53

La salud de Marx y las circunstancias económicas siguieron siendo desastrosas durante 1855, y su familia aumentó de nuevo con el nacimiento de Eleonora, en enero. A menudo se quejaba con Engels de los problemas oculares, dentales y los relativos a una tos terrible, tanto que sentía que "su deterioro físico también le embotaba el cerebro".54


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