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España: análisis electoral. Ultraderecha: ni voto oculto, ni voto obrero

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Por Manu Garrido (*)

El detalle de los resultados anula las hipótesis que apuntaban que Vox iba a nutrirse de apoyos en las zonas más desfavorecidas. Su entrada en el Congreso responde, casi en exclusiva, a un trasvase de papeletas del PP

Entre las Elecciones Generales de 2011 y 2019, la derecha española se ha ido fragmentando hasta situarse en tres grandes partidos con representación parlamentaria. Lo que no ha variado en exceso es el número de votantes. De los 10,87 millones de votos que reunía el Partido Popular en 2011, hoy hay cerca de 11,2 millones de personas que han repartido su voto entre PP, Ciudadanos y Vox.

Esta diferencia del 3% contrasta con la irrupción en las elecciones de 2015 de Ciudadanos en el centro-derecha, que le valieron a la derecha su mejor resultado porcentual en 2016 al superar el 46% entre la formación de Albert Rivera y los populares. Ahora, la llegada de Vox hace bajar el porcentaje total de las tres derechas con respecto a 2011 en 1,8 puntos -de un 44,65% a un 42,82%- e iguala al de 2015, 42.65%.

La lectura es clara: la derecha no cuenta hoy con un número significativamente mayor de votantes que en 2011, cuando tuvo lugar la mayor victoria electoral del PP de la última década. Quizá lo más significativo sea el viraje a la derecha de Ciudadanos, que hunde a los populares: poco más de doscientos mil votos separan a Rivera de Casado en las elecciones del domingo.

 

Comparativa de escaños para Vox en los sondeos previos a las Elecciones Generales.

 Se confirma, de esta forma, la fuga de votantes del PP hacia Vox, que ha logrado convencer a más de 2.670.000 personas. Adiós a la teoría del voto oculto: a pesar de los 24 diputados logrados por el partido ultra, la cifra dista de las expectativas depositadas por el propio partido y de algunas encuestas.

No se trataba, por tanto, de un caso de reacios a revelar su voto que estuviera enmascarando la realidad política en España. Como mucho, podríamos hablar de una magnificación mediática y social de Vox; un fenómeno que ha quedado en poco más que una escisión del ala más reaccionaria del PP. Para muestra, casos como el del diputado repartido por Ceuta: en 2016, una mayoría del 51,86% le valió al Partido Popular el escaño. En estas elecciones, la división de los votantes entre PP y Vox -un 21,44% y 23,96%, respectivamente- le ha dado el escaño al PSOE con un 36,33% del voto.

El cisma se repite por todo el país: en la Comunidad de Madrid -donde los votos a la derecha crecen en un 2.4%-, los quince escaños del PP se reducen a siete mientras Vox surge con cinco y Ciudadanos suma dos más con respecto a 2016; en la Región de Murcia, los cinco escaños del PP se quedan en tres tras repartir dos a Vox y uno a PSOE; en la Comunidad Valenciana, el PP da a Vox tres de los seis escaños que pierde en estas elecciones; en Cataluña, Vox logra rescatar un diputado de la sangría del PP.

 

Comparativa de votos en la derecha entre 2016 y 2019 en la Comunidad de Madrid.

 

El discurso de Vox no cala entre la clase obrera

Otro de los mantras que se han repetido durante la campaña electoral ha sido que Vox estaba arrancando adeptos entre las clases bajas. Sin embargo, esa percepción -producto de esa amplificación desproporcionada del discurso de la extrema derecha- se demuestra errónea al analizar los resultados de las Generales en los barrios típicamente obreros del país.

En los barrios obreros de Zaragoza, Vox se sitúa como quinta fuerza. En San José, Delicias y Las Fuentes, la ultraderecha se reparte el voto de los populares y logra el 10% de los votos. En el barrio de Torreblanca, en Sevilla, Vox logra un cuarto puesto a costa del PP; suma un 11%. Mismo porcentaje en Valencia, en el barrio de Benicalap, donde Vox es quinta fuerza. En Otxarkoaga, Bilbao, la cifra es de un 2,71% de los votos.

En Nou Barris, el distrito más pobre de Barcelona, Vox apenas sobrepasa el 4%. En Madrid, los barrios de Usera, Vallecas y Carabanchel sitúan a Vox a la cola: quinto puesto y mayoría de izquierdas, con primer y segundo puesto para PSOE y Podemos.

 

Comparativa de porcentaje de voto entre 2016 y 2019 en los barrios obreros de Madrid.

El contraste, en los sectores acomodados de la capital: en los barrios de Salamanca y Chamartín, Vox es tercera fuerza con un 18,11% y un 17,76% por detrás del PP y Ciudadanos. La misma configuración en Pozuelo de Alarcón, el municipio más rico -según el INE- de España: allí, Vox obtiene un 19,8% de los votos y la derecha suma un 74,2%. Sin Vox, PP y Ciudadanos sumaron en 2016 un 76,11% de apoyos.

Si atendemos a los diez municipios más pobres de España -es decir, con una menor renta por habitante, según datos del Instituto Nacional de Estadística-, la irrupción de Vox se explica a través de un reparto del voto en 2016 al Partido Popular que, ahora, se divide prácticamente a partes iguales entre el PP y Vox.

Los mejores resultados, en Almería: El Ejido y Níjar, donde es el partido más votado, y Vícar, el segundo, municipios tradicionalmente populares que ahora reparten el voto. Municipios, también, con altas cotas de inmigración -clave en los últimos años para el desarrollo de la agricultura almeriense- donde los barrios más ricos fueron determinantes para Vox durante las pasadas elecciones en Andalucía.

 

Comparación de resultados entre 2016 y 2019 en los municipios más pobres.

Tampoco convence Vox en los municipios con una menor renta media -datos de la Agencia Tributaria-, donde el voto a la formación de Abascal es residual y tan solo logra colarse en tercera posición en dos de ellos -los extremeños Ahigal y Fuenlabrada de los Montes- y se sitúa como quinta fuerza en la mayoría de municipios.

Estos resultados terminan por anular las hipótesis que apuntaban a que Vox estaba cosechando nuevos votantes en las zonas de clase baja y arrancando voto a la izquierda: los datos revelan que la entrada de Vox en el Congreso responde, casi en exclusiva, a un trasvase de votos desde el PP.

(*) Manu Garrido  Periodista e ingeniero informático inmerso en las realidades culturales e irrealidades políticas de nuestro tiempo.


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