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Por una campaña sin miedo ni fracturas

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Editorial CTXT

El 28 de abril no solo se decide quién gobernará los próximos meses (decir años igual resulta excesivamente optimista), sino quién pilotará la recomposición y dirección de salida de una profunda crisis económica, constitucional y de régimen que explica, entre otras cosas, por qué vivimos en permanente campaña electoral desde hace ya varios años.

En estas elecciones no solo vamos a elegir quién nos gobierna sino las reglas mismas de cómo y para qué se gobierna. Lo llaman crisis de los consensos sociales, y si es esto así, en este episodio electoral nos jugamos el horizonte de la vida en común, los servicios públicos, el Estado del bienestar, los derechos sociales y las libertades cívicas.

Vivimos un momento de emergencia democrática, con la radicalización de las derechas neoliberales y el auge de la extrema derecha, y creemos que cada actor tiene que actuar con responsabilidad. Los partidos de izquierda, con programas que devuelvan el Estado del bienestar al centro del debate. Los medios de comunicación, con una cobertura de la campaña limpia, en la que no se normalicen propuestas fascistas y se dé espacio a los temas y debates de interés público. Y las ciudadanas y ciudadanos, con su voto el 28 de abril. El compromiso con la democracia y con los más vulnerables es la única vía para frenar la reacción conservadora y autoritaria que recorre el mundo.

CTXT tiene algunas ideas claras de los errores que suelen cometer las izquierdas en momentos como este. Y nos parece crucial no cometerlos esta vez.

 

1. Fiarlo todo al miedo

Lo dicho sobre la crisis y la recomposición de los consensos sociales se resume en una sensación: el miedo a que ganen los malos. Sería un tremendo error que las izquierdas basaran la campaña electoral en el miedo a lo que viene. Si hacen eso, dejarán un inmenso espacio vacío que alienta tradicionalmente la abstención: el de la esperanza por un futuro distinto. No basta una campaña en negativo, señalando los horrores y errores que supondría la llegada al poder de la foto de Colón. Es imperativo que la izquierda dibuje un futuro atractivo y esperanzador para esos miles o millones de votantes que igual no solo se movilizan por pánico sino por una cierta esperanza. El paro, la sanidad, la educación, la vivienda, las mordazas y la extensión de los derechos deben centrar al debate. También las agendas del cambio climático, el feminismo, y las migraciones. 

 

2. El votante no se equivoca

Sí, una parte importante de la población española va a votar a la derecha y a la extrema derecha. Pero esos y esas votantes están muy lejos de ser todos y todas idiotas, fascistas o ignorantes. Intenten, pues, no convertir esta campaña en un relato moral de buenos contra malos. No negamos lo evidente: la derecha tiene más medios, más poder, más capacidad de hacer política, más cloacas. Sí, pero no se gana gran cosa diciéndolo día y noche. Más allá de cuestiones morales, mostrar comprensión y respeto hacia el electorado suele ser buena estrategia. Más si, como suponemos, una parte importante del electorado de la reacción está atravesado por miedos, desconfianza en el futuro, incertidumbres laborales o identitarias ante las que la izquierda debería saber responder antes que denunciar desde una atalaya moral.

 

3. Los otros partidos progresistas no son tu enemigo

Señores y señoras portavoces de los partidos no alineados con la derecha, ¡no os equivoquéis de enemigo! El juego limpio entre vuestros partidos no es solo un gesto elegante o una demostración de buenos modales: da votos y en esta campaña es una táctica imprescindible. La campaña debería mostrar esa imagen en positivo: entendimiento entre diferentes, credibilidad en un futuro gobierno inclusivo, que llega a acuerdos y pactos, que dialoga y se entiende, que sea firme con los poderosos y protector con los débiles. Si la campaña se limita a mostrar una división ingobernable, rencillas y golpes más o menos bajos entre los que están llamados a entenderse el 29 de abril, la abstención crecerá y Colón lo tendrá más fácil.

Un apunte final. En esta campaña se trata de aumentar el tamaño de la tarta, no de quedarse con la porción más grande del voto de la izquierda. Por mucho que cueste asumirlo, una sana competencia aumentará las posibilidades de todas. El 29 de abril tendremos un país u otro, no un gobernante u otro. Por eso, les pedimos que estén a la altura y actúen con la gravedad, el talento y el talante que la situación exige. 

Animamos a nuestras lectoras y lectores a acudir masivamente a las urnas y a votar en conciencia y con consciencia: en tiempos de amenazas a la democracia y los derechos, la única respuesta posible es más movilización, más debate, más coraje cívico, más democracia.


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