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Una señal de civilización

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Por Michael R. Krätke (*)

Ingreso ciudadano (Bürgergeld). Finalmente Alemania ha comenzado a discutir la propuesta de una Renta Básica (Gründrente). En varios países vecinos la discusión lleva ya un tiempo.

La República vive hoy una experiencia que ya debería haber vivido tiempo atrás: un verdadero debate político sobre el futuro del estado social. Mucho antes de que GehardSchröder y su mentor Peter Hartz se ocuparan del tema, entre los expertos socio-políticos había un consenso en considerar que el estado de bienestar de la República Federal Alemana no era el mejor sino -a lo sumo- un ejemplo mediocre dentro del contexto europeo e internacional.

El vasto y persistente enfado que engendró la reforma de Schröder se debe a que cercenó un principio básico del estado de bienestar alemán. Desde los tiempos de Bismarck, el seguro social alemán estuvo "anclado en el salario", como lo expresa el argot sociopolítico. Sólo le correspondía una pensión o beneficio por desempleo a un trabajador o empleado cubierto por la seguridad social o que hubiera abonado sus contribuciones. El monto de las pensiones o del seguro de desempleo se calculaba de acuerdo al tiempo y a la cantidad de las contribuciones que una persona hubiera abonado. A partir de Hartz IV (Hartz IV es el nombre coloquial del Arbeitslosengeld II, una ayuda social que concede el gobierno alemán a las personas que no tienen unos ingresos mensuales mínimos para subsistir NdT), los alemanes pasaron -de manera abrupta- a un régimen en el cual el tiempo y la cantidad de las contribuciones pagadas ya no juegan papel alguno en el desempleo. Los gobernantes roji-verdes ignoraron descaradamente el propio sentido de justicia de los asalariados alemanes.

Igual para todos

Mucho antes de Schröder y compañía, era sabido que un sistema de seguridad social como el de la República federal alemana reproduce e incluso amplía las desigualdades económicas entre los asalariados. La desigualdad entre las distintas historias laborales continuó en aumento, como también pasó con la desigualdad entre los jubilados y desempleados. Quienes ganaron menos, estuvieron desocupados durante mucho tiempo, o abandonaron su profesión para atender a los hombres y los niños de la casa, siempre sintieron la amenaza de ser pobres en la vejez. A los que ganaron bien y trabajaron a tiempo completo durante toda su vida laboral, en cambio, les va muy bien con el estado de bienestar alemán.

Esta variante del estado social -anclada excesivamente al trabajo asalariado-, es una particularidad alemana. En el contexto europeo no es la norma sino todo lo contrario. Los países escandinavos, Bélgica, Suiza e incluso el Reino Unido y algunos países no europeos, desde hace tiempo conocen un sistema mixto. Y esto incluye una Renta Básica, básica para todos y no sólo para algunos. Recién ahora y con un retraso considerable, la SPD y los Verdes han descubierto esa Renta como un modo de corregir algunas de las injusticias más graves del sistema alemán de pensiones. Pero no tienen el coraje de dar el paso hacia una Renta Básica para todos, coraje que sí tuvieron los vecinos europeos.

¿Qué es una Renta Básica en los otros países europeos? La Renta Básica se dice de distintas maneras y, por tanto, el Ingreso Ciudadano que ahora propone la SPD se podría acoplar con la de otros países, porque de hecho recuerda a un principio adoptado por los países vecinos en sus regímenes de Renta Básica, aunque lamentablemente no lo hace en las propuestas que se están discutiendo en nuestro país en este mismo momento. 

El derecho a esta Renta Básica se adquiere por ser ciudadano, es un derecho ciudadano que en muchos casos -por ejemplo en los Países Bajos- reciben todos los residentes legales, incluidos los no ciudadanos. No es ilimitado y de ninguna manera es incondicional. La persona tiene que vivir en el país y debe haber pagado contribuciones durante un número mínimo de años -en el caso británico 10 años-. Pero esas contribuciones a la seguridad social están incluidas en el impuesto sobre los salarios e ingresos, y el que cobra el salario lo advierte. Y, lo que constituye otra provocación para los partidarios de la popular idea alemana de alcanzar la justicia: el monto de la Renta Básica no se mide por la historia laboral ni por el monto de las contribuciones abonadas. Las Rentas Básicas son iguales para todos, algunas veces muy generosas como es el caso holandés, y otras extremadamente pobres como lo es el británico. En los Países bajos, cualquier persona que viva legalmente tiene derecho a cobrar una Renta Básica, incluso aquel no nunca contribuyó a la Seguridad Social por falta de empleo.

¿De qué manera se justifica tal sistema de Renta? Vincular una Renta Básica para todos con un nivel de salario mínimo, en lugar de someterse a una supuesta lógica de los seguros, sin duda es una decisión política. Inclusive en la República Federal alemana, el sagrado "principio de equivalencia", esto es, la equivalencia entre las contribuciones pagadas y las pensiones desembolsadas, es pura ficción: pues sin el subsidio estatal de los impuestos generales, el seguro de pensiones alemán no sería viable, nunca lo fue y cada vez lo es menos. En Suiza, en los Países Bajos, escandinavos y en otros varios países, la Renta Básica se financia sin pestañar en gran medida con los ingresos fiscales, aunque la contribución de los ingresos no es mala debido al seguro general obligatorio. Y eso se hace -instituir una Renta Básica a un nivel francamente impresionante para los alemanes- porque la sociedad no desea ser pobre en la vejez.

Por cierto, una Renta tan básica para todos no es el paraíso con el que sueñan los impulsores de un Ingreso Básico incondicional. En los Países bajos hoy, una Renta Básica para un adulto soltero es de 1.146,51 euros netos, y para una pareja que convive de 1.481,85 euros. Esos montos le corresponden a las personas que hayan vivido en el país durante 45 años, sin importar la suma y la duración del pago de contribuciones. Incluso una persona que nunca tuvo un empleo remunerado y estuvo paseando a su perro por los canales de Ámsterdam durante 45 años, recibe la pensión básica holandesa completa después del AlgemeneOuderdomswet (AOW) (AOW es una pensión a la vejez. NdT).

Esta Renta Básica no es incondicional porque la reciben las personas en la edad jubilatoria y esa edad puede subir, y subirá. Hay una brecha con el salario mínimo, que en la actualidad asciende a 1,594.20 euros brutos mensuales.

En todos los países en los que se conoce una Renta Básica universal, y en algunos que todavía tienen algunas prestaciones sociales universales reconocidas como derechos ciudadanos para los residentes legales, también existen otros tipos de seguros de pensiones, como las pensiones de jubilación, o los seguros de pensiones para profesionales e industrias o incluso para todo el sector público. Es así que una buena parte de las personas recibe al menos dos pensiones: la Renta Básica universal y la pensión de la empresa o industria. Para esta parte de los asegurados vale, sin duda, que la desigualdad de los ingresos percibidos y las historias laborales tienen un gran impacto en el monto de las pensiones percibidas. También incluso en países fuertemente igualitarios como lo son los Países Bajos o Dinamarca hay diferencias importantes en los ingresos de los jubilados. Estos seguros integrados se aplican en casi todos los países, la pensión no contributiva para funcionarios públicos es una especialidad alemana tan buena como prácticamente desconocida.

¿Renta? o ¿revolver la basura?

Nada de esto es nuevo, es una práctica de eficacia probada en muchos países. El sistema de una Renta Básica y algunos otros sistemas como, por ejemplo, un seguro universal de salud son viables en el capitalismo realmente existente, porque en general no menoscaban al fetiche de la "competividad". Aunque sí engendran una cuota mayor de solidaridad y una vida razonablemente decente para los ciudadanos de una sociedad civilizada que no desean ver a sus conciudadanos mendigando en las calles o revolviendo en los tachos de basura. Evitan a los ciudadanos el camino humillante a la Oficina de Asistencia Social, pues sortean los fenómenos asociados a los beneficios de todos los estados de bienestar en los que incluso quienes tienen derecho por ley no reclaman por miedo, ignorancia o vergüenza. Es por eso que merecen el nombre de "Ingreso ciudadano", cosa que no ocurre con los sistemas que ahora se proponen en Alemania. Quizás la SPD y los Verdes -para variar- volverán a ser verdaderos reformistas y serán capaces de adaptar el estado de bienestar alemán a los criterios europeos.

 

(*) Michael R. Krätke. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, profesor de economía política en la Universidad de Lancaster, es uno de los grandes conocedores vivos de la obra de Marx. Acaba de publicar el libro "Kritik der politischenÖkonomieheute. Zeitgenosse Marx" [Crítica de la economía política hoy. Marx contemporáneo] (VSA Verlag 2017).

Fuente: https://www.freitag.de/autoren/der-freitag/ein-stueck-zivilisation

Traducción: María Julia Bertomeu


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