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“Nuestro futuro más próximo es una pesadilla”

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Por Elena De Sus

La huelga global de estudiantes por el clima reúne en Madrid a miles de jóvenes preocupados por el cambio climático y la crisis ecológica.

Viernes, 15 de marzo. El cielo de Madrid está despejado y la mañana es cálida. Sea o no un efecto directo del cambio climático, los jóvenes indignados protestan: "¡Estamos en marzo, me estoy achicharrando!"

En la puerta del Sol, miles de ellos -4.500, según la Policía; cerca de 10.000 según Juventud por el Clima- acuden a la segunda de las manifestaciones por el clima que se celebran en la capital, enmarcada esta vez en una huelga global de estudiantes. Ha sido convocada por el movimiento estudiantil Fridays for Future, cuya cara visible es la activista sueca Greta Thunberg. En España, la organización corre a cargo de la plataforma Juventud por el Clima, integrada por jóvenes de diversos grupos ecologistas como Greenpeace, Amigos de la Tierra o las juventudes de Equo, que han decidido manifestarse "sin banderas".

No obstante, el Sindicato de Estudiantes, que se sumó a la convocatoria más adelante, muestra sus símbolos por doquier. Al inicio de la concentración en Sol, son ellos quienes llevan la voz cantante. Una joven con un megáfono emite los lemas de siempre. "De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, ¡cueste lo que cueste!" o "¡Que viva la lucha de la clase obrera!", aportando las variaciones necesarias: "Si se cargan el planeta, a la huelga general". Dos turistas holandesas que pasaban por ahí alzan el puño y se unen, felices, al grito de "¡No pasarán!"

En cuanto el grupo se pone en marcha, esta dinámica cambia y se escuchan otras consignas, también contundentes: "Ni un grado más, ni una especie menos". Aunque hay manifestantes de todas las edades, la mayoría son jóvenes. Una parte importante, de hecho, son menores de dieciocho. No podrán votar al Congreso hacia el cual caminan para pedir a los políticos que se tomen en serio la crisis ecológica. 

Es una manifestación llena de pancartas. Algunas llevan mensajes en inglés como There is no planet B ("No hay un planeta B") o Cool kids saving a hot planet("Chicos guays/fríos salvando un planeta caliente").

"Necesitamos que se actúe ya y que los políticos sean conscientes de que es un problema urgente", explica una de las manifestantes menores de edad. "Quien no esté preocupado tiene un problema, si seguimos así, el futuro será caótico". "Esto no va de ser de derechas o de izquierdas, es transversal", añade un compañero. Aunque admite que en la manifestación no hay gente de todas las ideologías, recuerda que "es un problema que nos va a afectar a todos, tanto a la gente que vota a la derecha como a la gente que vota a la izquierda como a los absentistas. El problema es que no se están dando cuenta de que las generaciones futuras, también los de derechas, van a tener que lidiar con esto".

"Me parece necesario que la gente se dé cuenta de que el mundo necesita cambiar", dice un joven de dieciséis años. "Las industrias cárnicas están destruyendo el planeta de un modo que no nos damos ni cuenta, porque lo ocultan. Te ponen un vídeo de una persona que está ahí tratando de puta madre a unas vacas pero luego ves que lo que hacen no coincide con lo que están diciendo". 

Respecto al apoyo de las familias y las instituciones, hay situaciones diversas. "En clase algunos profesores dicen que si haces huelga hoy te bajan la nota, pero otros lo apoyan", comenta un estudiante de Bachillerato. "Ayer el instituto mandó un correo a los padres diciendo que la huelga era ilegal, que no la podíamos hacer, y luego hemos estado preguntando por redes sociales, al Sindicato de Estudiantes, y nos han dicho que sí", cuenta un alumno de un centro público, que ha venido desde Torrelodones. "Se supone que no podíamos hacerla porque nuestro colegio es concertado y nos han dicho que las huelgas solo las pueden hacer en colegios públicos, en concertados y privados hace falta una autorización del propio centro", comenta otro manifestante, "pero hoy a clase no ha ido ni dios".

Muchos dicen que se han informado sobre el cambio climático a partir de las noticias y otras informaciones en redes sociales, más que en la propia escuela. "En clase hay veces que hablamos sobre la contaminación pero no nos explican qué hay que hacer para cambiar las cosas, porque nos dicen que las grandes empresas contaminan mucho y ya está, y no puedes hacer nada para cambiarlo", reconoce un estudiante con cierta frustración.

La presencia de los scouts es notoria en esta manifestación. Lucen sus característicos pañuelos, a veces colgados de las pancartas. "Desde scouts no católicos se ha convocado a todos los grupos a venir y desde scouts católicos también se apoya esta iniciativa porque defiende aquello por lo que nosotros trabajamos. El scout defiende el cuidado del planeta, de la naturaleza y de los animales", explica una joven miembro de esta organización y estudiante de enfermería. 

La manifestación baja por la calle Alcalá hasta el paseo del Prado, para terminar lo más cerca posible del Congreso de los Diputados. La plaza que se sitúa delante se encuentra vallada y vigilada por la policía.

Dos chicas leen en la pantalla de un móvil un manifiesto que pide acciones urgentes a las instituciones políticas. Advierten de que "la generación de la crisis económica será también la de la crisis climática". "No podemos soñar nuestro futuro más próximo fuera de una pesadilla", lamentan, para terminar con una reclamación sencilla pero contundente: "¡Queremos la vida!". La multitud aplaude.

Antonio García González, uno de los portavoces de la organización, califica la convocatoria como "un éxito". "Siempre decían que los ecologistas éramos poquitos y dispersos y hoy nos estamos uniendo", comenta orgulloso. Su intención es continuar las concentraciones cada viernes frente al Congreso, siguiendo el modelo de otros países europeos. 

Veremos hasta dónde puede llegar una movilización que se fundamenta en la conciencia de los más jóvenes y su preocupación respecto al futuro.


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