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Italia, Salvini y Venezuela

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Por Àngel Ferrero (*)

«No os resulta curioso que el gobierno de derechas de Italia haya mostrado más dignidad ante el Trump no apoyando el golpe de Estado en Venezuela mientras que el gobierno 'socialista' español e incluso la chachial alcaldesa Carmena lo apoyen», escribía el periodista Pascual Serrano

«No mucho. Salvini está con Trump del repliegue nacional, el conflicto permanente en las fronteras y guerra comercial global. Y los países que han apoyado están pidiendo a USA que siga ejerciendo de poder militar de guardia, algo muy del progrerío local», respondía al día siguiente desde la misma red social el diputado de la Asamblea de Madrid Isidro López. La idea de que el gobierno español se encuentra a la derecha del italiano e incluso de la Liga Norte por su posición sobre Venezuela se ha extendido estos últimos días en las redes. En realidad, el secretario federal de la Liga, MatteoSalvini, ha apoyado públicamente a Juan Guaidó como presidente encargado de Venzuela. "No estamos dando una buena imagen. Entiendo que hay diferentes sensibilidades en el gobierno, pero la Constitución venezolana dice que, acabado el mandato de Maduro, dictador rojo, su cargo pasa al presidente de la Asamblea Nacional, Guaidó", declaró Salvini en un programa del canal de televisión Rete4.

La decisión del gobierno de bloquear una posición común de la Unión Europea sobre Venezuela -y que tanto ha enfadado algunos grupos parlamentariosen la Eurocámara- está más bien relacionada con la política interna de Italia. El ministro de Exteriores italiano es un independiente, Enzo MoaveroMilanesi, un político con un perfil tecnócrata que ya había ocupado el cargo de ministro de Asuntos Europeos en los gobiernos de Mario Monti (2011-2013) y Enrico Letta (2013-2014). Se considera que MoaveroMilnaesi es actualmente más cercano al Movimiento 5 Estrellas (M5S) que a la Liga. El vicepresidente del gobierno italiano y líder del M5S, Luigi Di Maio, explicó hace unos días a los medios de comunicación italianos su oposición a reconocer Guaidó como presidente de Venezuela. Según Di Maio, "el cambio lo deciden los ciudadanos venezolanos" y Guaidó "no ha sido elegido por el pueblo". "Nosotros estamos con la democracia y, por tanto, hemos de crear todas las condiciones para favorecer nuevas elecciones" sin recurrir a "un ultimátum" como ha hecho la UE, añadió. Di Maio señaló también que Italia quiere evitar una nueva intervención "de los estados occidentales en otros estados" y "evitar una guerra en Venezuela" y se cometa, en consecuencia, "el mismo error que ya se cometió en Libia y que ahora todos reconocen." Sobre el M5S pesa la hipoteca de sus orígenes en un vago populismo antisistema que conectaba con algunas reivindicaciones históricas de la izquierda y que no puede abandonar fácilmente, menos aún cuando en las últimas encuestas de intención de votoel partido fundado por Beppe Grillo obtiene un 24% (en tendencia descendiente) y la Liga un 33,8% (en tendencia ascendiente). Eso explica también los planes del M5S de compensar las pérdidas en casa con la formación de un nuevo grupo en el Parlamento Europeo que incluiría a Ralliementd'InitiativeCitoyenne (RIC), uno de los partidos surgidos de las protestas de los 'chalecos amarillos' en Francia.

En este sentido, resulta útil comparar el caso de Italia con el de Austria. En Viena gobierna una coalición entre el Partido Popular Austríaco (ÖVP) y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que propuso como a ministra de Exteriores a una diplomática independiente pero cercana a muchos de sus postulados, Karin Kneissl. A pesar de lareticencias iniciales, Austria ha acabado sumándose al resto de estados europeos que han reconocido a Guaidó como presidente de Venezuela. Entre el principio de soberanía y el viejo anticomunismo de las fuerzas de la nueva derecha europea siempre acaba imponiéndose el segundo: acabar con una alternativa socialista -se piense lo que se piense del bolivarianismo- que sirve de inspiración para el grueso de las izquierdas mundiales es más importante que defender un principio, como el del respeto a la soberanía, que han abanderado repetidamente, y, por lo tanto, se puede violar. Las nuevas derechas europeas pueden entenderse con Jair Bolsonaro o la derecha reaccionaria y ultracatólica venezolana, pero no con Nicolás Maduro o Evo Morales. No por casualidad busca Vox, en su racismo selectivo, el voto de los cubanos y venezolanos que residen en España y poseen la doble nacionalidad e incluso ha pedido que se les reconozca automáticamente el derecho de asilo.

Esta cuestión sobrepasa en verdad el caso de Venezuela: en el nuevo marco de relaciones que las proyecciones de voto avanzan para la Unión Europea después de las elecciones de mayo, con un crecimiento generalizado de los partidos que se encuentran a la derecha del Partido Popular Europeu (EPP), estas fuerzas, que se ven ahora próximas al poder -cuando no se encuentran ya en el gobierno, como es el caso de Italia o Austria-, se replantean sus posicionamientos ideológicos, también en materia de política exterior. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2016 con la ayuda de la alt-right les permite hacer lo que sus simpatías hasta la fecha hacia Rusia no les permitían: llevar a cabo su programa de derechas en materia de economía y derechos sociales sin necesidad de desafiar las estructuras sociales de las cuales sus países forman parte.

(*) Àngel Ferrero es miembro del comité de redacción de Sin Permiso.

 

Fuente: https://catarsimagazin.cat/salvini-intervencio-venecuela/

Traducción: Àngel Ferrero


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