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Las palabras claves: asimetría y resignación

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Por Esteban Valenti (*)

Las palabras a veces resumen un momento político e incluso histórico. Aunque algunas no las utilicemos con mucha frecuencia.  "Paradoja" no es una palabra común, de uso diario y sin embargo marcó un cambio en la comunicación política. ¿Por qué?

Acaso porque sonaba bien, era una trovata publicitaria o porque en realidad resumía el sentimiento de mucha gente, o de una parte de la gente, que se sentía representada por los muchos años de paradojas de los partidos y dirigentes que desde el poder casi eterno,  le explicaron, les contaron la realidad y, sobre todo enfrentaron y descalificaron a una fuerza política, contando cuentos, verdades a medias o agitando sábanas hasta transformar ese ejercicio en una enorme paradoja nacional.

Recuerdo que esas piezas publicitarias, esos cortos interpretados por un corto genial, como Horacio Buscaglia, terminaban con una apelación: "No vote paradojas. ¡Anímese!"

Hoy, año de elecciones en Uruguay me he puesto pensar - cosa bastante difícil con tanto ruido - en cual podría ser las palabras que resumen la realidad, que la expresan y no publicitariamente, sino política y humanamente. Y pienso que son dos: asimetría y resignación. Y están unidas, con ataduras de hierro.

Los uruguayos en los últimos 70 años, con una breve interrupción, fuimos forjando un país de asimetrías y sobre esas asimetrías construimos o desconstruimos la decadencia nacional.

Asimetría es lo contrario del equilibrio, de la igualdad, es lógicamente la falta de simetría entre determinadas cosas. El Uruguay está absolutamente plagado de graves asimetrías, que regulan nuestras vidas todos los días y la envilecen.

Hay una creciente y vil asimetría entre el Estado y los ciudadanos. Entre los empleados del Estado y los empleados del sector privado, con privilegios inaceptables, como por ejemplo la casi inamovilidad. Por algo hoy en el Uruguay real, la mayor preocupación de las personas es la inestabilidad laboral y las dificultades para encontrar trabajo. Lo gritan todas las encuestas. ¿Quiénes no tienen ese miedo? los empleados públicos, aunque trabajen mal, cometan graves errores, falten en reiteración real, u ocupen lugares totalmente inútiles.  Ellos están vacunados y es por ello que los uruguayos ambicionan cruzarse del otro lado de la asimetría y tener un cargo público. Es humano, pero es perverso para el país.

Asimetría en la salud, generada a partir de una buena reforma original que creó el Sistema Nacional Integrado y ASSE, pero que fue derivando hacia el privilegio de las corporaciones profesionales y comerciales sobre los enfermos, sobre la gente en general, que ni siquiera puede cambiarse de mutualista cuando quiere, por la incapacidad de control del sistema

Asimetría, en la Inclusión Financiera, con los bancos encabezados por el Banco Central (el Estado) y los clientes normales y obligados, que estamos atrapados obligatoriamente en sus redes y sus disposiciones arbitrarias y no tenemos como defendernos.

Asimetría entre la DGI y los contribuyentes porque la arbitrariedad puede llegar a ser dictatorial y puede obligar a pagar cifras injustas o cerrar empresas, o entre el BPS y los ciudadanos, que por pintar sus casas están obligados a pagar impuestos o ser perseguidos y una empresa como ENVIDRIO que puede afirmar que el trabajo de una parte de sus empleados es voluntario y no pagan nada. ¿Pintar la propia casa no es voluntario y solidario con la familia? Y si no estás de acuerdo marche preso.

Asimetría entre las diferentes cajas de jubilaciones, que se eternizan y de la que solo se acuerdan cuando el agua les llega al cuello con el déficit fiscal.

Asimetría, entre miles, decenas de miles de personas y jerarcas y funcionarios del Estado que imponen sus criterios, sus licitaciones, sus voluntades a diestra y siniestra y las reparaciones que no llegan nunca.  Y ellos manejan nuestro tiempo a discreción.

Asimetría, entre los comunes mortales, cada día más mortales y chorreables y la justicia, los fiscales y los jueces, que cometen errores, interpretan los códigos de la manera más convenientes a su visión y sus intereses y todos tenemos que repetir que respetamos a la justicia. Y si, la respetamos pero los bloopers que se ven a diario no implican ninguna consecuencia para sus actores. Como hay asimetría con los familiares de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia, que son contratados sin ninguna limitación y a gusto y gana del jerarca. Y no que hablar de la asimetría, entre el formidable aparato policial que nos cuesta 900 millones de dólares al año y los delitos aumentan en forma permanente. Tenemos hoy los delitos más caros de la historia nacional.

Asimetría entre los que pueden pagar una escuela privada y los otros, que van cada día más por obligación a la educación pública, aplastando el mandato "La educación como la luz del sol puede llegar a todos". Y debe llegar igual para todos, como el sol.

Asimetría entre el índice anual de homicidios en la costa de Montevideo, que es de aproximadamente 3 muertos por año cada 100.000 habitantes y en el norte y el oeste de la capital donde supera los 20 muertos por cada 100.000 habitantes. Cifras equiparables a las zonas más violentas de América Latina. Pero al final decimos que en Uruguay hay 11 muertos por cada 100 habitantes...Promedios que matan la verdad.

Asimetría entre una enorme empresa transnacional-finlandesa que recibe todos los beneficios habidos y por haber y las empresas nacionales, sobre todo medianas, pequeñas y micro que no reciben nada.

Asimetría, entre algunos sindicatos que se consideran los dueños o de la ciudad de Montevideo y nos obligan a vivir en la mugre, con la responsabilidad de las autoridades, luego de 29 años de gobernar el mismo partido, o de los que vieron y en cierta manera participaron del hundimiento del Titanic-Ancap y se callaron o participaron y ahora cuando tenemos que pagar, los únicos que pagamos somos el resto de los orientales, los verdaderos dueños de esa empresa.

Asimetría entre el nivel de pobreza entre los menores de 18 años y el resto de la población. Es más del doble. Y el 95% de la enorme cantidad de presos que tenemos hoy tiene menos de 29 años...

La otra palabra que está inexorablemente vinculada a esto es: resignación. Si los uruguayos no nos resignáramos  a todas estas cosas, si realmente reclamáramos con toda nuestra fuerza una verdadera reforma del estado y no aceptáramos los juegos de palabras electorales, si recordáramos la frase de Artigas de que "nada podemos esperar sino de nosotros mismos" y plantáramos bandera frente a tantas injusticias. Si decimos basta a estas y muchas otras injusticias, con el voto, con el compromiso ciudadano, con nuestras opiniones y nuestra participación, podemos comenzar a enderezar la balanza.

Y de eso se trata de enderezar la balanza de la injusticia y desde siempre la resignación fue la peor solución, la huida de los problemas, el refugio en la individualidad impotente.

Resignación es levantar la bandera de rendición, del voto en blanco, anulado o el voto por costumbre y creer que los mismos que desde los dos polos nos trajeron hasta aquí, los blancos y los colorados por un lado y este Frente Amplio de hoy, nos van a sacar.

Los que no se resignan - de eso pueden estar seguros - son los que han medrado y se han alimentado hasta el hartazgo de estas y otras asimetrías. Esos chochos, con los dos lados.

Este año, no vote asimetrías, ¡Atrévase!

(*) Periodista, escritor, militante político, director de UYPRESS y de BITACORA.


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