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Sartre: Las palabras justas

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Por Charles Dantzig (*)

¡Sartre se equivocó! ¡Sartre se equivocó! ¡Sartre se equivocó! No se puede encontrar un director de una empresa de encuestas que no proclame que Sartre se equivocó. ¡Viva Sartre, que permite a quienes dicen lo contrario de lo que él decía pensar que tienen razón! Y he aquí el error de unos y de otros: sufren el vicio f

Mucho en Sartre es esta razón segura de saber. Es sorprendente en sus novelas y su teatro, en el que cada personaje es pancarta de una cualidad moral u otra. Sus novelas y ensayos cortos, en los que no tiene tiempo de estropear el clímax que se hunde a fuerza de golpear, como en las 800 páginas de su libro sobre Jean Genet, son lo mejor que escribió. Él lo sabía, publicó durante su vida los cinco volúmenes de Situations, hoy reeditados y completados [Situations I à V, Gallimard, París, 2018], que quedarán para siempre en mi biblioteca. 

Aun cuando "ha errado", por ejemplo en el quinto tomo, en el que batalla consigo mismo para intentar defender a Stalin, es interesante saber cómo ha errado: nunca con malas intenciones, pues siguió siempre apegado al humanismo. Si le propina golpes a personas por debajo de su calidad, es el lado bueno de la política de los países libres, donde no hay más que iguales. Los mejores volúmenes son los de Situations, II, III et IV. ¡Ah, "París bajo la Ocupación"! ¡"Presentación de los tiempos modernos!" ¡"Nueva York, ciudad colonial" ! ¡"¿Qué es la literatura?"! No es ya cuestión de equivocarse o llevar razón: él piensa, y con inteligencia de escritor. Mientras que los escritos políticos de todo el mundo están almidonados por la necesidad de convencer, la pureza de lenguaje de estas páginas es concomitante con la originalidad de su pensamiento, aunque por momentos se monte en el tiovivo marxista para distraerse. "Pureza de lenguaje" quiere decir exento de clisés, lo que le lleva a imágenes fuertemente personales como: "Leer, para un contemporáneo del autor, que gira en la misma subjetividad histórica..." A propósito de los escritores que apostaron por la posteridad, dice: «Se dejaron robar la vida por la inmortalidad». Me he contaminado mucho de esta gente, pero hablaremos de ellos, o no, después de mi muerte.  

En estas brillantes páginas, olvidándose de enseñar, Sartre deja quieto el ratón, se aparta de la tabla Excel y mira por la ventana. Y con la rapidez y perspicacia de la imaginación, resume Nueva York en 29 palabras, él que nunca había ido y no pasa más que quince días en 1945: "Un cielo salvaje por encima de grandes raíles paralelos: he aquí lo que es Nueva York, antes que nada. En el corazón de la ciudad estás en el corazón de la naturaleza". Hay en este giro paradójico un gusto por la travesura que, me parece, no se ha estudiado bastante en este escritor también de literatura.

 

(*) Charles Dantzig, polifacético hombre de letras francés, en su calidad de editor, traductor (de Wilde y Scott Fitzgerald), poeta, ensayista, crítico y novelista, recibió en 2010 el Grand Prix Jean Giono.

Fuente: L´Express, nº 3521-3522, 26 de diciembre de 2018-8 de enero de 2019

Traducción: Lucas Antón


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