bitacora
ESPACIO PARA PUBLICIDAD
 
 

El “desencuentro” en el conflicto entre obreras/os y capital. Nuevos y difíciles desafíos para el mundo del trabajo

imagen

Por Sergio Bologna (*)

¿Cuándo comienza la literatura sobre el "declive" en Italia?[1] Sería interesante hacer una investigación ad hoc, porque -si no recuerdo mal- no ha sido alguna corriente "r

Un recorrido que además se ha encaminado hacia un terreno donde el tema del "declive" casi ha llegado a sermainstream hasta el punto de condicionar la mirada hacia el pasado (como demuestran los Anales de Feltrinelli del año pasado, titulados el Approdo mancato). Sin conseguir, no obstante, aplacar el empuje ciego de la onda mediática que ensalzaba el magnífico surgimiento y la progresión del modelo neoliberal y exigía una plena e incondicional confianza en él.

 

            La clase capitalista, cuya ineptitud es continuamente puesta de manifiesto por la literatura sobre el "declive", persevera en su exaltación autorreferencial de la propia misión como clase dirigente, descargando toda la responsabilidad por el "declive" sobre la clase política.

 

            Pero ni los unos ni los otros, ni los historiadores o los analistas del "declive", ni la patronal en su conjunto se interrogan acerca de si se debe o no revisar el juicio realizado sobre los comportamientos antagonistas de clase de los años 70, años de emancipación y de producción de inteligencia obrera. Sobre aquel ciclo de luchas, en cambio, pesa todavía el juicio que las condena como un momento de locura colectiva y de insensatez. Yo creo que la lectura de aquellos años debería reconsiderar como clave interpretativa aquella broma de Mario Tronti, que tanto hizo reír entonces, cuando fue pronunciada: "que la lucha obrera impone el desarrollo capitalista". El caso de la FIAT entre 1980 y 2002 es la confirmación de que aquella afirmación era acertada: allí donde la lucha obrera se calla, allí donde su silencio se prolonga, el capitalismo se estanca en una crisis mortal. Derrotados los obreros en octubre de 1980 y tras veintidós años de paz social, la FIAT y con ella la industria italiana del automóvil, estaban por los suelos.

 

1. Se me viene a la cabeza este tòpos de nuestra historia reciente cuando observo lo que sucede en el mundo de la logística. Aquí podemos hablar incluso de un "modelo italiano", cuya premisa es la convicción de la gran empresa italiana de que la logística es un coste y no una oportunidad de creación de valor. Es por consiguiente un coste que debe volcarse sobre la externalización y en una continua y obsesiva reducción de los precios a lo largo de la cadena. Sin dejar de tener en cuenta que el trabajo en los últimos eslabones puede llegar a alcanzar la condición de esclavitud. Un modelo típico de una clase capitalista que no invierte y no innova, de un capitalismo orientado a las rentas y a los subsidios públicos. Un capitalismo que hoy llega a la cita de la digitalización, como mínimo, poco preparado y con un parque de maquinaria obsoleto (aquellos pocos que lo han renovado han esperado a la ley Calenda para hacerlo). Un capitalismo integrado en las redes globales solo en el caso de una restringida minoría de empresas, un capitalismo de devastadora miniaturización de las dimensiones de las empresas. En estas condiciones el salto tecnológico que impone la digitalización, la llamada industria 4.0, puede ser fatal y determinar la definitiva desconexión de Italia de los llamados países "avanzados". Si por consiguiente atribuimos a las luchas en la logística el poder de forzar al capitalismo italiano para revisar su modelo, si se comienzan a automatizar operaciones que hoy son llevadas a cabo de forma manual, si se comienza a equiparar el salario contractual de los mozos de almacén con el de los trabajadores del metal (y pronto llegaremos a esto, si los trabajadores del metal siguen firmando contratos con aumento salarial cero e intercambios salario-bienestar empresarial), ¿quién sabe si a lo largo de la cadena, partiendo del último eslabón y remontándola, no se podría producir aquella onda de choque, aquel evento traumático capaz de despertar de nuevo al Frankenstein durmiente?

 

2. ¿Podemos permitirnos esta última utopía obrera?
Tengo algunas dudas, por dos razones. La primera es que las transformaciones que están sucediendo en la logística a día de hoy están esencialmente determinadas por el comercio electrónico [e-commerce] y por lo tanto afectan a la esfera del consumo y no a la de la producción, afectan a los mercados locales y a los hábitos urbanos, pero no inciden sobre las redes globales. En un documento reciente del Deutsche Post, que controla DHL, se decía que han sido dos las grandes revoluciones en la logística: el container y el e-commerce, el primero se apoya en los transportes a larga distancia y el segundo en los transportes de muy corta distancia.


      La segunda razón por la cual me parece poco realista pensar que las luchas de los mozos de almacén, la transformación de la organización del trabajo en la logística, puedan determinar un cambio en el modelo general, es porque estas no inciden sobre el verdadero y espantoso agujero negro de nuestra sociedad capitalista, es decir, sobre la condición del trabajo intelectual.  También Fundaciones Culturales prestigiosas que exigen, incluso para la contratación temporal, estudios de máster y conocimientos de al menos dos lenguas extranjeras, pagan cinco euros la hora; las tarifas provinciales de referencia de los mozos de almacén en el área de la Emilia-Romagna, oscilan en torno a los 20 euros la hora. Suponiendo que de hecho sean la mitad, serían en todo caso el doble de lo que cobra el licenciado con conocimiento de dos lenguas extranjeras. Y aquí entra en juego otro problema. La situación de chantaje, que la mayor parte sufre en silencio, en la que de hecho se encuentran muchos de estos jóvenes y que ya no puede ser reducida a una situación de deficiencias sindicales porque no estamos hablando de una falta de reglas contractuales, sino de una situación de barbarie difusa que no puede no implicar directamente a otras instituciones además del sindicato y que afecta a la calidad de vida en toda la metrópolis, donde los llamados "talentos" de la llamada "clase creativa" de los que hablaba el buen Florida son humillados, mortificados y asfixiados precisamente por aquellas instituciones que a menudo son utilizadas para producir una imagen deslumbrante de la ciudad. Por tanto, puede (debe) intervenir también la administración local, la representación de la ciudad. Este es el gran valor simbólico que asume la iniciativa de la Freelancers Union de los Estados Unidos con elFreelancers isn't free Act, una ley local del municipio de Nueva York que entró en vigor el 15 de mayo de 2017, según la cual la cual el gobierno de la ciudad se convierte en parte activa en el tutelaje de los derechos de los trabajadores independientes (contratos escritos, pagos puntuales e íntegros, protección frente a represalias y castigos al empleador/comitente en caso de denuncia por conducta inadecuada). Una ciudad como Milán, que se jacta de estar a la vanguardia, proyectada hacia un futuro 4.0, no puede tolerar que jóvenes periodistas sean pagados a tres euros la pieza, que asistentes en exposiciones de arte cobren 5 euros la hora o que personas en ámbitos culturales relativos al cuidado y explotación del patrimonio artístico nacional presten su trabajo gratuitamente. Y estos no son más que ejemplos insignificantes de un fenómeno que se extiende como la pólvora en tantos sectores, tanto del trabajo intelectual como del técnico-artesanal, que emplea tecnologías sofisticadas y sistemas de inteligencia artificial.

 

3. Para abordar el discurso sobre el trabajo intelectual -según me he ido convenciendo cada vez más en estos últimos veinte años en los que he investigado acerca del trabajo autónomo y participado en su emancipación- es necesario abandonar el paradigma operaista. No solo es inútil, es perjudicial. Eloperaismo es hijo del fordismo, es su imagen invertida. El paradigma operaista se apoyaba sobre la clase obrera, es más, sobre la lucha obrera. El trabajo intelectual y sus aporías eran un asunto de la burguesía. El propio Marx no ayuda, sus pocas referencias al trabajo abstracto no son suficientes para imaginar una trayectoria de antagonismos. ¿Nos ayuda el 68? En parte. En su crítica a las disciplinas y a las deontologías profesionales, más que en la crítica a las instituciones, está en germen un discurso que puede ser desarrollado. El paradigma operaista rescataba el trabajo intelectual en la nueva clase de los técnicos, la nouvelle classe  ouvrièrecomo la llamaba Mallet. Los técnicos de mantenimiento de la Olivetti Electrónica, los técnicos de laboratorio de la Snam Progetti... ¿recordáis? Pero no es esta la aproximación que hoy nos permitiría iluminar las contradicciones del trabajo intelectual. ¿Nos ayuda el 77? En parte, la temática de la auto-valorización ha hecho dar pasos hacia adelante, pero a menudo no ha producido otra cosa que modos de vida "alternativos", marginales, acciones de "éxodo interno".
Quizás deberíamos partir del éxodo de masas característico de los jóvenes italianos de hoy, en particular de los licenciados. ¿Puede ser visto -este éxodo- como el primer episodio de autonomía del trabajo intelectual? ¿Las comunidades italianas en el extranjero, pueden ser nuestro punto de referencia? Ellos son hijos directos del "declive". Deberíamos también reflexionar sobre las derrotas. ¿Por qué en Italia no se ha consolidado un movimiento de los precarios? Mi respuesta, como sabéis, es que el precario es una no-identidad. De aquella derrota se han aprovechado los movimientos populistas y soberanistas para construir su anticapitalismo no-global, mientras nosotros nos seguimos ocupando con el análisis de la composición técnica del trabajo posfordista y hemos derramado ríos de tinta sobre la bio-explotación. Quizás debemos volver a comenzar desde otras líneas de salida.

 

4. Antes de nada se debería evitar el error de partir de la inteligencia artificial para discutir acerca del trabajo intelectual. Sería un retorno mecánico al paradigma operaista que nos llevaría a un callejón sin salida (la dinámica de siempre de la sustitución del trabajo por las máquinas, paradigma demasiado simple para poder afrontar la complejidad de lo que se ha llamado, con un horrendo neologismo, el "cognitariado"). Se debería, en cambio, pasar por un tamiz los conceptos para ver si funcionan. El de "capital humano", por ejemplo, ¿es una trampa, una farsa, o tiene una complejidad que desenmarañar? Lo mismo con el concepto de profesión. Si en las teorías obreristas y en la historiografía obrera la idea de artesanías  ha desempeñado un papel tan importante, ¿por qué no debería tener un papel igualmente importante el concepto de profesión? Hemos descuidado y a menudo ignorado la sociología de las profesiones. Quizás valdría la pena profundizarla. Ciertamente no podemos descuidar la transformación del ágora, la transformación de la Oeffentlichkeit, es decir, del lugar en el que se discute y se forma el lenguaje de la comunicación civil. El papel de las redes sociales en la destrucción de las mentes, en la devaluación de las competencias. Recuperemos el binomio autoridad-prestigio[3]. La rebelión contra la supresión de la libertad de palabra ha producido extraordinarias obras de ingenio, haber dado el micrófono a todos está produciendo una estupidización general. Entre la humillación del trabajo intelectual y la destrucción de las mentes, nosotros debemos encontrar la brecha para salir de este impasse, para reconquistar aquel terreno donde podemos implantar de nuevo la historia militante, aunque durante el primer tramo del camino los mozos de almacén tuviesen que llevarnos sobre sus espaldas.


[1] Este texto es la versión definitiva de la intervención de Sergio Bologna en el Congreso de presentación del número especial de Primo Maggio en Turín el 1 de diciembre de 2018.

[2] Ya en el 2002 el CENSIS (Centro Studi Investimenti Sociali) en su 36º "Informe sobre la situación social del país" hablaba de "peligros estructurales de declive". Berlusconi estaba en el gobierno desde hacía pocos meses y el miembro de la Confindustria más hostil en él (Carlo De Benedetti y el cotidiano "Repubblica" en particular) había comenzado una campaña sistemática contra sus políticas. Por lo tanto, la temática del "declive" nace en un principio como arma contra Berlusconi usada por los miembros de la gran patronal que tenían igual o, si no mayores responsabilidades que Berlusconi en el declive de la Italia industrial (véase a este respecto los Anales Feltrinelli 2017, L'approdo mancato).

[3] Resulta difícil traducir la expresión "autorità-autorevolezza" pues la traducción inmediata sería "autoridad-autoridad", mientras que el primero de los términos se refiere a una forma de autoridad institucional que requiere de una investidura, es decir, se trata de una autoridad conferida por otros, el segundo de los términos implicaría la dimensión de una autoridad moral. Nos decidimos por prestigio en tanto que forma de estima pública que se fundamenta en el mérito, tal y como se recoge en la primera de las acepciones del diccionario de la RAE. (N. del T).

 

(*) Sergio Bologna ha sido profesor en universidades italianas y alemanas. Como empleado de Olivetti, participó en el primer intento de sindicalizar los nuevos obreros de cuello blanco de los sectores de la electrónica y el procesamiento de datos. En 1966, comenzó a enseñar en la Universidad de Trento y contribuyó a fundar la revista Quaderni Piacentini. En 1968 editó los dos primeros números de la revista "Linea di Massa". Trabaja de consultor en el sector logístico. Se ha especializado en la historia del movimiento obrero y ha participó en la fundación de las revistas "Classe operaria" y "Primo Maggio".

 

Fuente:

http://effimera.org/mancato-approdo-del-confronto-operaiei-capitale-nuove-impervie-sfide-mondo-del-lavoro-sergio-bologna/

 

Traducción: Anxo Garrido


Atrás

 

 

 
Imprimir
Atrás

Agrandar texto

Achicar texto

linea separadora
rss RSS