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Izquierda uruguaya: los cuatro pecados capitales

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Por Esteban Valenti (*)

Los voy a tratar de analizar en cuatro columnas diferentes. Voy a comenzar por la incapacidad de formar y consolidar un grupo, un sector dirigente político y social durante 15 años de gobierno nacional y 30 años de gobiernos departamentales.

Es notorio que transcurridos esos largos periodos de gobiernos en el Uruguay no se ha consolidado, no se ha forjado una nueva fuerza dirigente de izquierda, con capacidades políticas, intelectuales y profesionales que asegure o mejor dicho mejore en cada etapa la gestión de gobierno, en todo el amplio sentido de la palabra. Al contrario, hemos vivido en altos y bajos con suertes muy variadas y ahora el FA demuestra su pobreza.

Si se analiza el rendimiento en los hechos, de construir por parte de los principales gobernantes un discurso, un relato rico, variado y profundo sobre el presente y sobre los planes y proyectos para un Proyecto Nacional en constante desarrollo, creo que no hay que ser muy exigente para notar con gran preocupación la pobreza, la debilidad intelectual y cultural, el vivir enredados en las anécdotas y  desdeñar la prospectiva.

Los interminables informativos televisivos son na buena vidriera, pero es parcial, hay que analizar los escritos (¿...?), los discursos, las ideas lanzadas al debate y sobre todo a la acción. Muchas veces es más rico e interesante el debate de la izquierda por afuera de los gobernantes que si se atiende a sus ideas y sus acciones.

Para cubrir esa necesidad de una clase dominante nueva, renovada, con una sólida base política y en permanente evolución y avance, para substituir los sectores tradicionales que gobernaron, ocuparon y dirigieron el Estado a todos los niveles durante 170 años, era imprescindible utilizar nuestros años del gobierno para forjar "otro" amplio grupo dirigente, con otras sensibilidades, pero también capaz, creativo, audaz y culto en el complejo sentido de la palabra. No en el que le dio algún personaje de la izquierda, de desprecio a los universitarios, a los intelectuales y a los que estudian y se superan en forma permanente.

La radiografía de los primeros gobiernos, departamental y nacional despertaron otras expectativas, el trascurso del tiempo, la reiteración permanente de los mismos personajes en diversos cargos, y la situación actual demuestran claramente que lo que aprendimos de administración, de reglas formales que hay que cumplir desde el gobierno, lo perdimos en muchos casos de capacidad política, de promoción del estudio y la capacitación y de premiar la inteligencia. Al contrario, el principio de que hay que proteger a los compañeros a como dé lugar, determino el efecto inverso. El apoltronamiento.

Pero la causa no es solo esa, es más profunda, es el desprecio por la teoría, por el estudio, por la elaboración conceptual, por la construcción de relatos sólidos y verdaderos, y la falta creciente de un clima intelectual-político en la izquierda que obligue a superarse en forma permanente.

El otro factor fue la fidelidad, vale mucho más un fedelisimo a toda prueba, que un gobernante (ejecutivo o parlamentario) capaz, exigente consigo mismo pero con la labor de su gobierno, hacia abajo, pero también hacia arriba. En realidad se instaló en casi todos los casos, con muy contadas excepciones, la devota fidelidad hacia arriba como una virtud fundamental.

Asumamos que no vivimos un tiempo - y de eso hace bastante - en que la política tenga una fluida relación con la formación de cuadros y la producción de ideas. La crisis del "muro", nos replegó en cierta manera a una política pragmática, al día, que en realidad en América Latina, nos dio bastante resultados a corto y medio plazo, pero que ahora nos tiene en un repliegue general.

Un caso muy claro es el de Brasil, el PT perdió y colaboró al triunfo de Jair Bolsonaro, es decir la extrema derecha, por lo que hemos discutido hasta el cansancio: la corrupción, la inseguridad y el agotamiento del modelo económico, pero hay otro factor, que es la baja densidad de cuadros gobernantes de nivel, con capacidades, con un desarrollo permanente al frente de los gobiernos, incluso al más alto nivel, como en el caso de Dilma Roussef, con una carrera meteórica desde Petrobras a la Presidencia de la República. Y es notorio que no estaba preparada, y cualquiera que haya seguido sus intervenciones y sus razonamientos lo puede comprender. Su cuarto lugar en las elecciones para el senado federal, en Minas Gerais, es un dato concluyente. Y no fue por corrupta.

¿Qué era lo fundamental a la hora de elegir? La fidelidad al líder.

No hablemos de Venezuela, donde a las graves violaciones a la Constitución Bolivariana, al fracaso de un modelo híbrido y primitivo, se suma la gran cantidad de burros, de incapaces, que además son inmorales y que gobiernan ese querido y martirizado país. Muchos de ellos militares.

En el Uruguay las mismas figuras repetidas y algunas nuevas en el entorno del máximo poder, fueron elegidos por esa condición excluyente: la fidelidad al líder. Incluso algunos que ni siquiera fueron del Frente Amplio o demostraron ideas avanzadas y de izquierda. La lista es larga y estrecha al poder.

La ausencia de debates políticos a los máximos niveles, transformando los ámbitos de gobierno en meras estructuras de gestión y administración, el empobrecimiento paulatino del Frente Amplio en su disputa menor y cada día más reseca por el poder interno, al costo de la raquitización de todas las estructuras. Los clavos en los diferentes sillones durante décadas. Lo que cambiaba era el sillón, el clavo es siempre el mismo.

No se hizo por maldad, sino por una combinación de bajo nivel político para promover en forma sistemática el debate de ideas, la superación, el sentido crítico y por otro lado la dominante influencia de la ideología del poder en toda su desnudez. En política y en todas las cosas, no existe el vacío, siempre acude algo a llenarlo. Y la ideología, la obsesión, la ambición del poder ocupó lentamente todos los vacíos, incluso las grandes lagunas de izquierda que tenían algunos personajes principales.

Ese debilitamiento de cuadros dirigentes también se trasladó al movimiento social, aunque de manera menos evidente, todavía se puede decir que la paponia que vivió el movimiento sindical durante estos 15 años no liquidó, con sus prebendas, sus interminables licencias, sus privilegios sindicales un grupo histórico forjado en etapas anteriores. Pero van en ese camino, más lentamente. No hablemos del movimiento estudiantil.

Un gobierno, nacional o departamental, puede gobernar bien sin un programa bien preciso, pero será un fracaso seguro  si no dispone de un elenco gobernante de calidad y transformador.

¿Los graves problemas que hoy afronta el Frente Amplio: falta de empuje y de ideas en los cambios; actos de corrupción e inmoralidad; superpoblación de cargos; graves errores en la gestión de algunas empresas del Estado o de derecho privado nada tienen que ver con lo anterior?

En realidad son causa y consecuencia. La falta de capacidad de numerosos gobernantes, administradores, dirigentes es sin duda una debilidad que impacta directamente en los errores e incluso en las debilidades de los gobiernos. Pero a su vez, eso genera un clima, donde los que efectivamente trabajaron y trabajan bien, no tienen alicientes. Da casi lo mismo...

Los cuadros no se forjan solos, espontáneamente, simplemente porque la función los capacita. Tenemos ejemplos dramáticos en el Uruguay, como ANCAP. Hace falta incluir, como una preocupación central, el manejo del capital humano, la formación, el clima crítico y autoexigente, los cambios cuando son necesarios y el combate contra la alcahuetería, pero también un clima general para elevar y promover el nivel cultural e intelectual. Y no todo lo contrario, el desprecio por los intelectuales y/o los profesionales.

No se trata solo de sumar personas capaces, lo que ya sería un salto importante, sino de formar equipos, elencos gobernantes y políticos que sepan trabajar en conjunto, que refuercen las capacidades institucionales y la calidad de la gestión y de la política a través del trabajo conjunto y coordinado.

Los ministerios con "comisarios políticos" la lucha interna a los propios equipos ministeriales o en las empresas del estado, son destructivas. Y se promovieron.

¿Es lo mismo un buen cuadro de izquierda que uno de derecha? No, y no solo porque tienen ideas y prioridades diferentes, ser de izquierda implica imaginar, idear los cambios, atreverse y ejecutarlos con todos los riesgos, vencer costumbres y resistencias sociales y culturales importantes que vienen del pasado. Se necesita un impulso diferente, una relación entre el estudio, el aprendizaje, la calidad y la labor de gobernar y dirigir, diferente, audaz, de avanzada. Sobre todo en estos tiempos de cambios veloces y constantes en todo el mundo.

No hay nada más enemigo de esas capacidades que la burocracia, en el sentido de transformar la administración por la administración misma, en el ritmo y la actitud dominante y la ideología del poder se basa en la promoción de la propia burocracia, por ello el crecimiento de los cargos de confianza y de las estructuras hipertrofiadas, es generalmente la respuesta a la falta de capacidad, de audacia, de profundo sentido de izquierda. Nos referimos a los gobernantes y dirigentes y no a los funcionarios.

Hay un problema que afrontar: se forma una comisión nueva y crece la plantilla. Ah..y nace un camello(**)

Hoy el Uruguay afronta un problema grave, la política en general y no solo el gobierno, da pocas señales de disponer de elencos gobernantes de buen nivel, con buenas capacidades, inteligentes, honestos y trabajadores. Por ello como nunca sería necesario apelar a todas las capacidades políticas, académicas, culturales del conjunto del país. De lo contrario iremos de tumbo en tumbo.

(*) Periodista, escritor, director de Uypress, y Bitácora. Uruguay.

(**)  Camello. Caballo hecho en una comisión.

PD. El próximo "pecado": La cultura del trabajo.


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