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Bronca, programa y equipo

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Por Esteban Valenti (*)

Es cierto lo que dicen algunos para zafar de las denuncias, hay que tener un programa y no solo bronca por la inmoralidad y el acomodo. Pero con una aclaración importante, saber con claridad lo que no hay que hacer es todo un programa, en particular en la izquierda actual o en los que se consideran de izquierda.

Un programa no es solo un conjunto de ideas articuladas y ordenas de acuerdo a prioridades políticas, económicas, sociales y culturales. Es tener una visión sobre las fuerzas socio-políticas, que lo puedan construir, vencer las resistencias que sin duda tendrán los cambios necesarios y además tener principios, valores. No puede ser un trabajo técnico-político ni un talenteo sobre los problemas nacionales que surgen de las encuestas de opinión pública, o 200 páginas de buenos propósitos y faltan nada menos que 14 meses del actual gobierno.

Una frase muy utilizada en los gobiernos del FA  y en especial por el presidente Tabaré Vázquez era que sus dos referencias fundamentales en el gobierno, serían la Constitución de la República y el Programa del Frente Amplio. En estos días se han emitido varias declaraciones que el programa del FA se ha cumplido íntegramente. Todas las promesas.

No es por cierto lo que siente y manifiesta una importante mayoría de los uruguayos al valorar la obra de este gobierno. Pero hay un elemento mucho más duro: los temas que estaban en el centro del orden del día en la campaña electoral del 2014, son básicamente los mismos que tenemos en la actualidad, con algunos agregados.

Nos referimos al empleo - que no lo figuraba y que se ha agravado notoriamente -, la inseguridad, las  carencias educativas, la expansión del estado y su falta de modernización a lo que se han incorporado con mucha prepotencia, la inserción internacional, la carencia de viviendas para los sectores de menos recursos,  la corrupción en diversas tiendas pero en particular en el Frente Amplio y el estancamiento del crecimiento económico y de las inversiones. Uno de los pocos temas que ha tenido un fuerte impulso es el de la infraestructura, esperemos que se concrete el ferrocarril central y las obras portuarias.

En realidad con definir cuáles son los errores, las desviaciones en el uso del poder y los grandes temas pendientes en el programa básico y original del FA, ya tendríamos un trecho importante para la elaboración de un programa alternativo.

Alternativo en contenidos, en métodos, en la base social y política necesaria y en las bases morales y legales diferentes tanto al programa del FA como del Partido Nacional, que no se diferencia casi nada al del Partido Colorado. Hacen falta ideas realmente alternativas.

Tomemos un ejemplo, la lucha contra la corrupción, que es uno de los mayores desafíos que afronta la política a nivel mundial y en Uruguay. No alcanza con correr de atrás los diversos episodios que se vienen acumulando, hace falta dar señales muy claras y contundentes. Obvio que la principal batalla es cultural y moral, por eso importa analizar el comportamiento de los partidos, pero con ello no resolvemos el problema, hay que cambiar toda la legislación penal sobre los delitos de corrupción.

Hay que precisarlos, definirlos con claridad y sobre todo hay que aumentar drásticamente las penas de prisión, como las responsabilidades económicas, tanto para los políticos como para los empresarios que participen en actos de corrupción activa o pasiva.

Los responsables o potenciales responsables de actos de corrupción saben perfectamente valorar cuando lo que arriesgan es pagar los desastres de su bolsillo y cuando arriesgan 20 años de cárcel. El Uruguay debe dar un ejemplo de severidad extrema, contra la corrupción.

Lo que también tendría que suceder con el conjunto del código penal, en particular con los delincuentes reincidentes. Para penar con muchos, muchos años de cárcel a los traficantes de drogas, aumentando severamente las penas para toda la larga red de los comerciantes de drogas, sus sicarios, sus distribuidores, sus proveedores locales e internacionales. Me refiero a penas de décadas e inexcarcelables, para ello hay que ser proporcionales con los delitos en el poder y sus alrededores.

Esa revisión urgente del Código Penal, debe modificar las penas para los que cometen delitos en forma reiterada y han hecho del delito su forma de vida. No alcanza con hacer análisis sociológicos, la sociedad uruguaya no puede seguir descendiendo al infierno de la inseguridad, escalón a escalón como nos sucede ahora.

En materia de políticas sociales, tenemos un camino establecido por el fracaso de las actuales políticas que han dejado del otro lado de la inclusión social y luego de 14 años de gobiernos del FA a sectores muy sensibles y muy vulnerables y donde hacen falta cambios profundos, bien estudiados y bien dirigidos en sus prioridades, pero sobre todo integrados a la educación y al trabajo. Del otro lado, de los blancos, tendremos una visión "tradicional" que sin mencionarla consideran la motosierra que está muy presente en su sensibilidad política y social y su visión del papel del Estado.

En materia productiva, en nuestro caso comenzamos a trabajar para salir de una morsa que es muy similar de ambos lados del actual bipartidismo, la macroeconomía llevada a nivel de religión. Hoy en día debemos asumir que el diferencial no está en la macroeconomía, porque se ha transformado en un comoditie, con leves variantes o con desastres como en Venezuela y en menor medida en Argentina.

Un salto hacia el desarrollo, que engloba el sector productivo, de inversiones, de relación con el medio ambiente, con la educación, con la investigación y la inversión pública y privada es la economía del conocimiento. Y un programa de izquierda, de progreso, debe concentrar su mirada, sus cuadros, sus relaciones con la academia, con las empresas y con la sociedad en este salto cualitativo e irreversible, el conocimiento como el principal medio de producción y por lo tanto el capital humano como centro de todo el proceso de cambios productivos y económicos. Y capital humano quiere decir cultura firme y avanzada del trabajo, intelectual y manual. Trabajo.

El otro aspecto fundamental para elaborar un programa, es definir los sectores sociales que deberían participar del mismo y los adversarios feroces y tenaces que se tendrán que vencer.

¿Alguien cree que la "madre" de todas las reformas, una verdadera reforma del Estado será indolora? No lo cree nadie, y si lo dice es por demagogia y conveniencia politiquera. Y sobre todo porque no hará nada.

La reforma del Estado en Uruguay es una de las pruebas más duras y más difícil para cualquier agrupamiento político, se juega su credibilidad, su valentía y su capacidad de decirle a la gente toda la verdad y no el pedacito de verdad conveniente. Reformar el estado es afrontar grandes enemigos y duras pruebas, pero no hay Proyecto Nacional, con este Estado. Hay simplemente cambio de colores y un poco más.

Hay que invertir la situación, de un país trabajando en lo fundamental para el Estado, a un Estado al servicio de un Proyecto Nacional, es decir del progreso de la gente.

Pero hay un aspecto que me importa particularmente, se puede tener un programa mediocre, pero si se tiene un buen equipo de gobierno, de gente capaz, compenetrado con los objetivos estratégicos y la orientación política principal, honestos y verdaderamente servidores públicos, con capacidades intelectuales y políticas, los resultados tendrán una alta posibilidad de ser muy buenos. Lo contrario, gran libraco de promesas y el mismo equipo mediocre de siempre, es la garantía del fracaso.

Así como hay que seguir, escuchando, trabajando, construyendo propuestas e ideas programáticas, hay que estar atentos a toda las cataratas de promesas que nos caerán encima del partido de gobierno (que todavía le quedan 14 meses en el poder) y de los que buscan la restauración del pasado, blancos y colorados. Habrá mucho material para discutir y para analizar.

Hay una sugerencia sutil pero útil: no nos dejemos vender tranvías, tenemos una larga experiencia acumulada.

(*) Periodista, escritor, director de UYPRESS y BITACORA. Uruguay


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