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Los techos de cristal en el periodismo

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Por Pepa Bueno (*)

Las redacciones están llenas de mujeres y los despachos de hombres. Esta fue mi primera impresión cuando empecé a trabajar como periodista y eso ocurrió en los años 80 estudiando todavía la carrera.

Tres décadas después, las redacciones siguen estando llenas de mujeres y los despachos de hombres. 

¿Esto significa que no ha habido avances? Claro que ha habido avances, al mismo ritmo que se han producido en el resto de la sociedad española; quizás un poco menos porque pertenecemos a un oficio con un horario muy poco regular y eso ha penalizado doblemente la carrera de las mujeres periodistas porque, sí, también ellas se han ocupado mucho más que ellos de los cuidados de niños, mayores y enfermos y de la logística general de la vida doméstica. Avances sí, casos destacados, también, igualdad general NO.

En el mundo audiovisual, que es donde yo me he desenvuelto habitualmente, y además como directora-presentadora, hay especificidades. La primera y muy destacada:

La tiranía de la imagen

Los prototipos, muy sutiles, en la radio, nos dicen que se espera que las mujeres seamos cantarinas y risueñas mientras ellos pueden elegir entre un amplio abanico de perfiles. Para nosotras no hay término medio: o cantarina y risueña o dura y agresiva. Como aquello de puta o santa. Ellos, en cambio, disponen de un amplio catálogo en el que encajar sin connotaciones negativas: cantarines, risueños, serios, profundos, afilados, rocosos, cáusticos. Naturalmente que estamos en la radio mujeres que escapamos al corsé que nos reservan, pero cuidadito, cuidadito, que la tercera opción para nosotras es... intensa. O risueña y cantarina, o dura y agresiva, o... intensa. Ni seria, ni profunda, ni afilada, ni rocosa... intensa.

Claro que cualquier comparación de tiranía de la imagen en la radio con respecto a la televisión se queda corta. Y en la tele creo además que se ha producido una regresión en los modelos de referencia.

¿Alguien imagina a una presentadora de televisión con las canas que hacen tan atractivo a Carlos Franganillo, Vicente Vallés o David Cantero?

¿Alguien imagina a una mujer de la corpulencia de Ferreras al frente de un programa de gran apuesta de una cadena?

¿Dónde están, por cierto, las presentadoras de informativos de la edad de todos los citados? Sí, está Ana Blanco en TVE. Hablo de las cadenas de ámbito estatal y generalistas. En Magacines sí hay estupendas y exitosas mujeres maduras dirigiendo y presentando, pero no abundan en informativos -el espacio tradicional y masculinamente entendido como de la influencia y el poder-.

No es sólo que se penalice la posibilidad de estar en pantalla, es que la imagen es un negocio y un esfuerzo. Una mujer directora y presentadora de un programa tiene aproximadamente una hora menos de tiempo al día para preparar el contenido su programa. Que lo invierte en su imagen. Sin contar el tiempo de su vida personal en el mantenimiento de esa imagen.

En definitiva, aunque la presión de la imagen es muy general, ellos pueden responder a perfiles físicos muy variados y ser juzgados por su talento. Jóvenes, viejos, flacos, gordos, con pelo, sin él, con canas o teñidos. Para ellas la carrera en pantalla termina antes, las obliga a entrar en un patrón físico determinado y tienen menos tiempo para el trabajo intelectual propiamente dicho.

Leyendas urbanas

Durante mucho tiempo no ha habido en este país directoras presentadoras únicas del prime time radiofónico ni del informativo del prime time televisivo. Casualmente, los puestos mejor remunerados y de mayor influencia. Circulaba la leyenda urbana, no apoyada en ninguna evidencia científica, de que las mujeres no funcionábamos en esos espacios. Cuando hemos llegado ahí, no se ha hundido el mundo y hemos mantenido e incluso ampliado el liderazgo.  ¡Me tocó ser la primera mujer directora-presentadora única del Telediario de las 21.00 en TVE en el 2009! ¡Y también la primera del tramo informativo del Hoy por Hoy de la SER en el 2011!

Eso sí, el escrutinio de tu trabajo llega tamizado claramente por la mirada de género. Escrutinio de tu imagen y tu vida personal (¿qué hombre hay detrás de su éxito?) y patrón conocido: director experimentado. Directora mayor. Director con carácter. Directora nerviosa. Director con autoridad, directora mandona.

Aunque es verdad que hay muchos hombres y mujeres que juzgan limpia y críticamente nuestro trabajo. 

De alguna manera se han extremado en esto las dos posturas. La vitalidad del movimiento feminista está provocando una reacción virulenta, y quiero creer que minoritaria, muy agresiva y misógina. Pero eso también permite contabilizar a los demás, a todos los que analizan con naturalidad nuestro trabajo, el de mujeres en lugares donde siempre hubo hombres.

La autoridad de la opinión, la última trinchera

¡Ah ese púlpito civil reservado a los dioses!

Es sutil también. Hay tertulianas, analistas y opinadoras en todos los programas... En mi programa intervienen algunas de las mejores analistas y opinadoras de este país. Y es frecuente que después me comenten alguna idea en boca de cualquiera de los muy buenos opinadores hombres que también pasan por Hoy por Hoy. Muchas veces esa idea tan aplaudida la había aportado días antes una tertuliana en mi programa. Pero los citan a ellos y en las redes el retuiteo masculino es evidente.

(*) Pepa Bueno es periodista de Cadena SER


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