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El escándalo Jamal Khashoggi y la hipocresía imperial.

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Por Rafael Poch

¿Sabían ustedes que las mujeres ya pueden conducir en el reino?

En Riad tienen razones para no entender el escándalo armado con el caso Jamal Khashoggi, el opositor saudí asesinado y aparentemente descuartizado en el consulado del reino en Estambul. ¿Qué tiene de especial? Torturas, decapitaciones, secuestros en el extranjero y desapariciones son moneda corriente en la monarquía de cabreros saudí. Ciento cincuenta saudíes fueron decapitados en 2017 y otros 48 lo han sido en los primeros cuatro meses de este año, la mitad de ellos por crímenes no violentos.

 

Secuestros y desapariciones 

La lista de opositores secuestrados y desaparecidos es larga. En plena guerra civil libanesa, el jefe de la oposición saudí, Nasser As Said, fue secuestrado en Beirut, drogado y lanzado desde un avión militar del reino sobre la desértica región de Rub Al Khali. Más recientemente, el príncipe Sultan Bin Turki, que había denunciado una amplia red de corrupción entre el primer ministro libanés Rafik Hariri y príncipes saudíes, fue secuestrado en el palacio del rey Fahd en Ginebra, drogado y embarcado en un avión médico rumbo al reino donde desde 2016 no se tienen noticias de él, explica el experto en Oriente Medio René Naba. La cadena de televisión libanesa Al Mayadeen completa la lista con otros seis nombres; Nawaf Bin Talal Ar Rachid, desaparecido tras ser entregado al reino por las autoridades de Kuwait en 2017; el príncipe Saud Bin Seif Al Nasr, secuestrado en Italia en 2015 y desaparecido desde entonces: el ex alto responsable de la seguridad saudí, príncipe Turki Ben Bandar Al Saud, secuestrado en Marruecos y también desaparecido tras un conflicto por herencia con otros miembros de la familia; el opositor Mohamed Al Mufleh muerto en sospechosas circunstancias en Estambul en 2014; Wajd Ghazzah Í, engañado con un lucrativo negocio por los servicios secretos y convencido para regresar al país donde fue encarcelado sin proceso alguno; el príncipe Abdel Aziz Ben Fahd, hijo del rey Fahd y primo hermano del actual heredero detenido en noviembre del año pasado en el marco de la purga anticorrupción del actual héroe de la historia Mohamed Ben Salman...

 

De Afganistán a Siria

Pero todo esto es calderilla al lado del historial terrorista/integrista del reino. Ellos fueron quienes aportaron el mayor contingente de combatientes extranjeros (5.000 hombres) en la guerra de Afganistán contra los soviéticos y el régimen por estos apoyado, con gran diferencia el menos malo que ha conocido ese país desde la caída de la monarquía en 1973. Quince de los 19 terroristas del 11-S estadounidense y 115 de los 611 prisioneros de Guantánamo eran saudíes. También suyo ha sido el mayor contingente extranjero en las filas del Estado Islámico que ha combatido, y combate todavía, en Siria e Irak: 2.500 personas. Nada más natural teniendo en cuenta que Arabia Saudí ha sido uno de los principales financieros del área integrista-terrorista (como reconoció en sus mails la propia Hillary Clinton -¡Gracias Wikileaks¡) hasta que el monstruo se volvió contra sus incubadores.

 

Promotores del oscurantismo

Durante décadas el reino ha propagado la versión más sectaria, misógina, homófoba, racista y antisemita del Islam: el wahabismo. A ello destina anualmente unos 8.000 millones de dólares, cantidad semejante a la que gasta en armas o ingresa con la peregrinación a los lugares santos del Islam. Ocho mil millones son seis o siete veces lo que la URSS se gastaba en propaganda en sus mejores años y 32 veces más que el presupuesto anual del Vaticano (cifras de 2011).

 

Centenares de estudiantes del mundo musulmán se forman anualmente como becarios extranjeros en la Universidad de Medina que difunde ese Islam. Su contrato les obliga a regresar a sus países de origen al terminar sus estudios. Así ha sido como todo un ejército de descerebrados ha sustituido a los clérigos musulmanes tradicionales en el África subsahariana y en gran parte del mundo islámico. "Todos los responsables de las grandes organizaciones musulmanas de Senegal, Malí, Níger, etc., han pasado por la universidad de Medina, que en las últimas décadas ha formado a 25.000 o 30.000 cuadros",  como señalaba el experto Pierre Conesa. Y no solo en el mundo islámico. En España financiaron con 6,5 millones de euros el Centro Cultural Islámico de la M-30 (Madrid), en Málaga un centro de 3.800 metros cuadrados y así por toda Europa... 

 

Martirizando a Yemen

En el Yemen, el reino, sus amigos-competidores de los Emiratos Árabes Unidos, las fuerzas, drones y mercenarios de Estados Unidos, y las armas de la Unión Europea, mantienen una guerra aquí resumida, con probablemente más de 50.000 muertos en la que el aprovisionamiento y la distribución de alimentos está siendo objetivo militar para vencer por hambre. Los agresores han destruido la mitad de la flota pesquera local, cuando la ONU advierte que unos 10 millones de yemeníes pasarán hambre este año y 22 millones necesitan ayuda. Los saudíes y sus competidores locales buscan el control de los puertos yemenitas para independizarse de un posible cierre iraní del estrecho de Ormuz, que sería el escenario que amenazaría su exportación en caso de cumplirse la guerra contra Irán que buscan en compañía de Israel y Donald Trump, todos ellos por diferentes motivos; eliminar adversarios, control regional, perjudicar el suministro de China... 

Nada de todo esto ha impedido nunca a Estados Unidos y las potencias europeas mantener las mejores relaciones con el país que defiende sus intereses energéticos y geopolíticos en la región y en el mundo. ¿Sabían ustedes que las mujeres ya pueden conducir en el reino?

 

Una chapuza indefendible

El caso del periodista Jamal Khashoggi evidencia la colosal hipocresía de nuestros imperios. Khashoggi no era un disidente democrático sino algo parecido al líder en su país de los Hermanos musulmanes. Ese era su punto de unión con Erdogan. El presidente turco suelta con cuentagotas los informes que dispone sobre el asesinato y cada gota revienta la última patraña de Riad, que Washington intenta defender hasta que el lodazal de Arabia Saudí y su siniestro Mohamed Ben Salman (MbS), se ha hecho indefendible. Tras sucesivas correcciones en las versiones, la del accidente, la de la pelea, la de los incontrolados, hasta la Unión Europea no ha tenido más remedio que posicionarse. Y ante un descuartizamiento saudí en Estambul ha sido mucho más indulgente que ante un envenenamiento ruso en Salisbury (parece que quedan pocas dudas sobre la chapuza de la acción de la GRU contra el traidor Skripal): no ha habido expulsión de embajadores, ni crisis diplomática, ni sanciones... De momento un comunicado exhortando a Riad a hacer "grandes esfuerzos" para que reluzca la verdad y un amago de interrumpir exportaciones de armas en el que Alemania (en los últimos años primer exportador de armas de la UE, que a su vez ha sido primera exportadora mundial si se suman sus países) se presenta como pionera.

 

No parece que la medida vaya a afectar a los contratos alemanes más jugosos, ya en marcha, pese a que el acuerdo de coalición CDU/CSU y SPD prometía cesar los suministros a los países beligerantes en Yemen, y pese a la resolución de octubre del año pasado del Parlamento Europeo a favor de un embargo armamentístico en aquel conflicto. Después de aquello Alemania incrementó sus exportaciones de armas al reino. 

 

La ruptura del monopolio propagandístico occidental genera nuevas armas soft

El fraude de las "fake news"

 

Por Rafael Poch de Feliu

rafaelpoch.com

 

 

Entre los últimos conceptos importados de Estados Unidos, el de "fake news" (noticias falsas) se ha instalado inocentemente en nuestro lenguaje. ¿Qué significa? Noticias falsas las ha habido siempre. Recuerden que la guerra de Cuba fue facilitada por la voladura del "Maine", que la de Vietnam comenzó con el ficticio "incidente de Tonkín" y que la de Irak tuvo por motivo las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Hussein.

Sí, la tecnología digital permite la multiplicación de mensajes y noticias en una escala nueva, pero la simple realidad es que la mentira y la falsificación forman parte del periodismo realmente existente. Eso tiene que ver con la corrupción estructural que rodea a la información, que en nuestro mundo suele estar en manos de empresas mediáticas de grandes magnates y de poderes estructuralmente incompatibles con los intereses de la mayoría social. También tiene que ver con el pluralismo de puntos de vista y con el hecho de que los informadores practican siempre una selección que nunca es neutra al elegir sus noticias. Entonces, ¿a santo de qué nos vienen ahora con ese concepto?

El desencadenante ha sido la paranoica tesis americana de que los rusos determinaron el resultado de sus últimas elecciones presidenciales, pero el motivo de fondo es la crisis del monopolio informativo occidental.

Rusos y chinos -y también árabes y latinoamericanos- han creado en los últimos años sus propios aparatos de propaganda global. Ahora, en esta época de imperios combatientes, cualquier guerra y conflicto entre potencias, tiene más de una versión. Es así como, además de propagar guerras, Estados Unidos abre una nueva "guerra soft" contra los aparatos de propaganda de sus rivales, particularmente Rusia y China. El principal objetivo de esa acción son el canal global de televisión rusa RT y la agencia Sputnik. La meta es, llegado el momento, prohibir o censurar la acción de esos medios en Euroatlántida. Y la acusación: fabricar "fake news". Como suele ocurrir la Unión y el Parlamento europeos se han metido en esa guerra. Una ley francesa actualmente en proyecto contempla la posibilidad de cierre de canales y medios de información que estén, "bajo influencia de un estado extranjero". El problema es que todos los medios públicos emiten la influencia del país al que pertenecen. Algunos periodistas necios -en el diario Le Monde y en varios diarios alemanes, por ejemplo- han establecido servicios para desenmascarar "fake news", naturalmente excluyendo las que ellos mismos lanzan, es decir se arrogan la capacidad de establecer lo que es verdadero y lo que es falso, dando por supuesto que lo suyo es siempre neutro y objetivo.

El problema, como ha dicho Jean-Luc Melenchon, es que la "verdad" es algo bastante controvertido. A mí, por ejemplo, me parece que la receta neoliberal que nos hacen pasar por panacea es un desastre al servicio de los más ricos, pero eso forma parte de la batalla de ideas, es decir de los intereses que defiendes. Lo que es el colmo es que aquellos personajes y medios cuya información consiste en la defensa continua del orden establecido, lo que implica mentir diariamente, pretendan dictaminar lo que es verdadero y falso desde su pretendida y angelical objetividad.

El dominio occidental del informe global sigue siendo aplastante. RT tiene un presupuesto de 300 millones de dólares anuales sin que exista una red de emergentes que coordine sus mensajes con, por ejemplo, la china CCTV, la televisión iraní o Telesur. Pero la red occidental  es una suma de aparatos bastante coordinados en su informe sobre Rusia y muchos otros temas: la Deutsche Welle tiene un presupuesto de 350 millones, la francesa RFI, 380 millones, la BBC 524 y el complejo de Estados Unidos, que lleva décadas emitiendo en casi todas las lenguas de la ex URSS (y son muchas lenguas), muchos más millones. Y todo ello sin contar con los medios privados y sin tener en cuenta la enormidad que representa el complejo Hollywood, que, como dice Laurent Dauré, es, "la continuación de la política de Washington por otros medios". Los emergentes no tienen, ni tendrán hasta donde alcanza la vista, algo comparable a Hollywood.

Pese a esta desproporción de medios, la mera ruptura del monopolio propagandístico ya crea una nueva tensión. Y ese frente de "guerra soft" se arma de nuevos conceptos. "Fake news" es uno de ellos, y, haciendo honor a su nombre, es una falsificación.

Fuente: https://rafaelpoch.com/2018/10/21/el-fraude-de-las-fake-news/


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